Según Karlov, para que este proyecto se mantenga "será necesaria la aprobación de varias leyes que en la actualidad estudia el parlamento de Turquía".
"Existe una larga lista de medidas que corresponden a la parte turca, y todo lo que dependía de Rusia en la etapa de preparación está ya prácticamente hecho; el balón está del lado turco", afirmó el embajador.
Las relaciones entre los dos países viven una crisis después de que Turquía derribase el 24 de noviembre de 2015 un bombardero ruso Su-24 que participaba en la operación antiterrorista que Rusia lleva a cabo en Siria.
Ante la falta de disculpas oficiales de Ankara, Moscú impuso una serie de restricciones económicas al país otomano, lo que pone en tela de juicio el futuro de proyectos conjuntos como la central nuclear de Akkuyu o el gasoducto Turk Stream.
El proyecto Akkuyu, la primera planta nuclear turca con cuatro reactores de 1.200 MW cada uno, que producirán 35 billones de kWh anuales y con un coste de unos 20.000 millones de dólares, debía estar completado para 2016.