El año en que España empezó a romperse

El año que acabó ha sido uno de los más convulsos de la historia democrática de España, con cinco elecciones que han roto con el escenario político conocido hasta ahora y con un desafío independentista en Cataluña que ha estado a punto de romper España.

2015 empezó con elecciones en el sur del país, siguió con una tímida recuperación económica que no ha llegado al bolsillo de los españoles, con otros comicios en la región más rica de España que ganaron los independentistas en escaños, pero no en votos, y con una última llamada a las urnas en las que el presidente conservador Mariano Rajoy sufrió un duro varapalo que ha dejado un panorama inédito y lleno de interrogantes.

Fin del bipartidismo

Los votantes han dado este año por amortizado los casi 40 años de bipartidismo y han abierto una era en la que empieza una carrera a medio y largo plazo en la que todavía no hay nada escrito, pero en el que la palabra "regeneración" entra en la agenda política con fuerza tanto para frenar el desmembramiento de España como para devolver las instituciones a los ciudadanos y renovarlas.

Rajoy llama hoy a la estabilidad política y a la responsabilidad de los políticos ante el fragmentado panorama postelectoral.

Pero la respuesta de la ciudadanía en las urnas este 20 de diciembre ha sido la consecuencia de una "estabilidad" y de una mayoría absoluta en el Parlamento que ha dejado, a golpe de decreto, un país más pobre, más desigual, con una tasa de paro vergonzante, la segunda más alta de Europa, y con toda una generación de jóvenes perdida y sin futuro.

En diciembre, la España de 2015 deja paso a una España más plural que refleja sociológicamente mejor la realidad del país.

España ha virado a la izquierda y ha entrado en la era de los gobiernos de coalición a dos, a tres o a cuatro, como en Portugal, en Dinamarca, en Holanda, en Grecia y tantos otros países europeos, pero un panorama inaudito en España desde la transición.

Pero el pluripartidismo para Rajoy es un lío, como él mismo ha reconocido. Y es que el hombre esfinge tiene ahora que desplegar sonrisas de seducción para poder seguir gobernando, tras cuatro años de ignorar al adversario.

"España ha abandonado el bipartidismo pero no ha entrado todavía en el pluripartidismo. En el pluripartidismo hay tortas por estar en el Gobierno y pánico por quedarse en la oposición. Pero en la España posterior al 20D lo que parece que hay es pánico a gobernar y tortas por estar en la oposición" ironiza José Ignacio Torreblanca, director de la oficina en Madrid del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.

Escándalos

En el año que acaba han salido a la palestra los mayores escándalos políticos de los partidos tradicionales, una corrupción sistémica que azota fundamentalmente a la derecha, pero que también afecta a los tradicionales feudos socialistas, como en Andalucía, la región más pobre de España, y en poder del PSOE desde casi el inicio de la democracia.

Contabilidades en B, sobresueldos, comisiones a cambio de obra pública, abuso de poder político y económico, puertas giratorias, derrumbe de ídolos como el de Jordi Pujol, padre del catalanismo moderno, o de Rodrigo Rato, paradigma del buen hacer económico, han sido la tónica de 2015 que ha dejado una sociedad desencantada.

Emergencia social

Pero el desencanto ha llevado al poder a fuerzas nuevas que han roto con el bipartidismo, como la liberal Ciudadanos, pero fundamentalmente a los progresistas de Podemos, el movimiento que surgió de la indignación popular ante los recortes económicos, políticos y sociales.

Una política de austeridad que, según los indignados, llevó al país a un "estado de emergencia social", con empleos en precario, salarios de miseria y derechos sociales arrebatados.

Hoy, el 53 por ciento de los españoles cree que ha bajado de clase social, según la firma demoscópica MyWord.

Auge de Podemos

Y esa emergencia llevó este mayo al poder a las coaliciones que impulsa Podemos en ayuntamientos tan emblemáticos como Madrid, Barcelona, Valencia, Zaragoza, La Coruña, Ferrol, Santiago de Compostela o Cádiz, rompiendo con un pasado que ya ha quedado obsoleto.

Podemos figura en las mayorías municipales de Valencia y Pamplona. Y también ayudó al cambio en las arruinadas Comunidad Valenciana y en Baleares, dos regiones controladas por el PP y con muchos de sus dirigentes en la cárcel o imputados por corrupción.

Tras las elecciones generales, Podemos supera a los socialistas en Cataluña; se coloca por delante del PSOE en Baleares, y rivaliza con el PP valenciano y arrasa también en el País Vasco.

Cataluña

Podemos, una formación tan crítica con la OTAN como con el esquema político actual, se ha convertido en la única fuerza capaz de frenar las ansias independentistas especialmente en Cataluña.

Tema: Proceso soberanista catalán

"No queremos que Cataluña se vaya de España" ha insistido todo este año su líder Pablo Iglesias, que defiende la convocatoria de un referéndum por el derecho a decidir.

Cataluña cierra el año sin Gobierno, tres meses después de las elecciones autonómicas que ganaron en escaños los independentistas, pero con el 47 por ciento de los votos, un resultado que no impidió que el Parlamento regional aprobara una resolución de ruptura con España para la "republicana catalana". Una declaración que conmocionó al resto del país y que anuló inmediatamente el Tribunal Constitucional.

Pero este diciembre deja a Artur Mas, el hombre que ha abanderado todo el proceso secesionista, en la cuneta.

Su formación política ganadora de todas las elecciones hasta ahora quedó en cuarto lugar, una debacle que le debilita en el momento que necesita más fuerza.

Las elecciones de diciembre han roto España o han demostrado que hay dos Españas. La España provinciana, más rural, en donde todavía manda el bipartidismo, y la España de las grandes ciudades y del litoral mediterráneo y cantábrico con mayor dinamismo económico y más inconformista que pide cambios, muchos y posiblemente contradictorios, pero que tiene una idea clara: romper con el pasado.