Un grupo de 73 políticos y 96 representantes de parlamentarios han abarrotado esta mañana el templo tokiota donde descansan las almas de 2,4 millones de japoneses muertos desde el siglo XIX hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, entre ellos una docena de condenados por crímenes de guerra durante el imperialismo japonés.
El primer ministro, Shinzo Abe, envió una ofrenda floral el sábado y fuentes anónimas del Gobierno citadas por la prensa japonesa han desvelado que no lo visitará durante este Festival de Otoño.
Abe frecuentó el templo antes de alcanzar el poder y, desde entonces, solo ha acudido una vez.
Es habitual que China y Corea del Sur protesten tras cada visita oficial al templo de Yasukuni y exijan a sus líderes un examen más riguroso sobre su reciente pasado histórico.
Está previsto que los presidentes de Corea del Sur, China y Japón se reúnan el próximo mes en la reanudación de la cumbre trilateral que fue suspendida en 2012 por el aumento de tensiones.