Rusia en la gran pantalla

Ha vuelto el cine ruso a llenar salas en Cuba. No es sorpresa que atraiga aquí, en un país de varias generaciones de cinéfilos que aprendieron a valorarlo y tuvieron a Eisenstein, Tarkovski o Konchalovski entre sus más importantes referentes culturales.

De la época soviética quedó la nostalgia por aquellas películas, que llegamos a entender y amar a pesar de los abismos culturales que nos separaban y que a veces nos las hacían lentas o nos sorprendían con un inesperado "Konietz".

En los últimos tiempos, los cubanos volvemos a asomarnos a la producción cinematográfica rusa por una ventanita, aún pequeña a pesar del tamaño de la gran pantalla. Por ella podemos ver filmes con un ritmo y atractivo diferente, más comerciales, que tal vez en algún caso recuerdan demasiado a los "made in Hollywood".

Esta vez, en la Semana de Cine Ruso en La Habana, los habaneros tuvieron acceso a cintas producidas en los tres últimos años, gracias al auspicio del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), la Embajada de la Federación de Rusia en Cuba y el Centro Productor Kinofest.

Películas entre las más taquilleras en Rusia, de distintos géneros, desde bélicas o históricas, hasta comedias, de aventuras o deportivas se mostraron en la principal sala cubana, Charles Chaplin. Para abrir la muestra se proyectó la película La Batalla por Sebastopol, presentada por su director Serguei Mokrítskiy.

Cuadro de la película La Batalla por Sebastopol

© Sputnik / 20th Century Fox Russia

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"Es la primera vez que vengo a Cuba, aunque he tenido referencias sobre la isla desde la niñez. En mi formación como cineasta siempre recuerdo la película Soy Cuba. Por todo eso, cuando surgió esta invitación enseguida estuve de acuerdo, aunque me encontraba trabajando en un rodaje", dijo Mokrítskiy a Sputnik Nóvosti.

El director quedó gratamente impresionado con la aceptación que tuvo su filme entre los espectadores cubanos. "Esperaba que la acogieran bien, porque los temas de mi película son universales y le conciernen a todos: el amor, la entrega, el patriotismo, pero el público cubano superó mis expectativas", aseguró.

Otros filmes mostrados en estos días fueron Campeones, Camino a Berlín, Hablando del rey de Roma, Iván el Férreo, Vasilisa, Territorio y Exclusivamente de pioneros. En representación de sus equipos acudieron a la cita habanera los actores Nikita Tarasov, Vasily Mishchenko, Marianne Schultz, y la productora Natalia Mokrítskaya. Para completar la delegación estuvo Yulia Bragina, representante del Centro Productor Kinofest.

Hace bastante que las cinematografías cubana y rusa no unen esfuerzos en una coproducción. Para directores como Mokrítskiy, mirar Cuba a través de su lente sería una posibilidad muy atractiva. "Quisiera filmar aquí", afirma. "Este país está creado para el cine. La luz, las imágenes que he tomado tienen otra naturaleza, colores más brillantes, otro cielo, aquí todo se mete en cada cuadro".

Mientras tanto, los cubanos, que todavía suelen disfrutar como nadie la sala oscura, agradecen esta oportunidad. Pero muchos echan de menos también el cine de autor, por lo visto en franca minoría dentro de la cinematografía actual rusa, más enfocada en el mercado.

De hecho, también nos habría gustado ver un poco más de esa Rusia hoy, una tierra que fue parte (de una forma u otra) de la vida de la gran mayoría de las personas de más de treinta años y que ahora es la gran desconocida. Una Rusia diferente, diversa, moderna, que apenas se entrevé en noticieros y que los cubanos ya no pueden imaginar en toda su extensión.

El cine puede ser el mejor vehículo para acercarnos a un país o forma de vida, y si no, pregúntenle a los norteamericanos. Esta Rusia del siglo XXI merece mostrarse más y mejor, en Cuba y en el resto del mundo.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK