María Anastasia O'Graidy, en el diario de Wall Street, resaltó el “cauto optimismo” que se siente en Nueva York ante el hecho de que, por primera vez en doce años, el apellido Kirchner no aparecerá en la boleta electoral en las elecciones presidenciales del 25 de octubre. “Optimismo”, a pesar de “una recesión, una fuga de capitales, una inflación de dos dígitos y tormentas que se aproximan en los dos mayores mercados de exportación del país, Brasil y China, que amenazan con provocar aún más dificultades”.
“La visión de Kirchner saliendo de la Casa Rosada en diciembre está produciendo una sensación de alivio que supera cualquier potencial catástrofe”, escribe O'Grady. “La peste bíblica, las plagas, los incendios, la sequía, las inundaciones e incluso los precios por las nubes son aterradores, pero no más que la continuación del insidioso kirchnerismo”, continúa.
14 de septiembre 2015, 15:50 GMT
No importan las dificultades de la economía mundial, la crisis en China, la caída en el precio de las materias primas, la salida de los dólares del mundo para volver a Estados Unidos, para O'Grady, el único problema es “el daño causado por cuatro años de presidencia de Néstor Kirchner (2003-07) y ocho años de las de su esposa, Cristina (2007-15)”.
Pero aunque para la autora no hay catástrofe mayor que la “continuación del insidioso kirchnerismo”, con o sin él, su pronóstico final es que “la Argentina se encamina a otro colapso”.
El artículo de The Wall Street Journal coincidió con el artículo del londinense Financial Times que calificó a la presidenta Dilma Rousseff de “cabeza dura” y dijo que Brasil es un “enfermo terminal”.