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Política humanitaria de Uruguay para refugiados sirios hace agua

© REUTERS / DoD/1st Lt. Sarah Cleveland/HandoutPrisión de Guantánamo
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Mientras la guerra en Siria hace estallar la peor crisis de refugiados en décadas, Uruguay muestra las dificultades que experimenta para gestionar dos modestas pero muy publicitadas operaciones humanitarias con refugiados de ese país de Medio Oriente.

La familia del sirio Jihad Deyab, uno de los seis liberados de la prisión militar estadounidense de Guantánamo que llegaron a Uruguay en diciembre de 2014, espera desde hace nueve meses que el Gobierno de este país y la Cruz Roja Internacional organicen su traslado, supo Sputnik Nóvosti de varias fuentes.

Deyab, quien necesita muletas para trasladarse, se apersonó la semana pasada en la Dirección de Derechos Humanos de la cancillería para interesarse por el estado de los trámites de reunificación familiar; su titular, Alejandra Costa, tomó los números de pasaportes de sus parientes y solicitó al área de asuntos consulares que comenzara a tramitar las visas, según relató Deyab a Sputnik Nóvosti.

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"No entiendo por qué no hicieron esto antes", comentó el hombre.

Sputnik Nóvosti intentó comunicarse con Costa y con el director de Asuntos Consulares, Jorge Muiño, pero los dos se encuentran de viaje.

Dos meses atrás, el hombre recibió la visita de una funcionaria de la Cruz Roja de Brasil que debía ayudar a organizar el viaje, pero nada sucedió hasta ahora, cuando la situación de inestabilidad en la zona y la masiva huida de refugiados hacen todavía más complejo este operativo.

Este hombre era el único de los seis liberados previamente casado y con hijos; uno de ellos murió a causa del conflicto sirio poco antes de que Deyab obtuviera su libertad, mientras su esposo, los otros tres niños y un sobrino viven en el norte de Siria, muy cerca de la frontera con Turquía.

En virtud de su estatus de refugiado, que le reconoció el Gobierno de Uruguay, Deyab tiene derecho a la reunificación familiar y su familia a obtener dicho estatus en forma automática.

Cuando los seis hombres aún estaban en Guantánamo, representantes del Gobierno uruguayo les dijeron que sus parientes los estarían esperando en Montevideo, cosa que no ocurrió.

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Una vez que Deyab estuvo en Uruguay, la esposa se trasladó a Turquía donde vive una hermana suya, pues el viaje se haría desde allí; pero no fue posible mientras en Montevideo se hacían más elusivas las promesas de una vivienda para el grupo familiar.

Los padres de Deyab y un hermano también se encuentran en Siria, pero en una zona distinta, más cercana a Damasco. Tres meses atrás, una bomba destruyó la casa donde vivían la madre y el hermano.

Las autoridades uruguayas parecen dispuestas a expedir ocho visas para que se traslade todo el grupo; mientras tanto Deyab busca conseguir ayuda económica para pagar los boletos de avión, pues teme más demoras.

Familias sirias protestan

Por otra parte, integrantes de las cinco familias de refugiados sirios que este país acogió en octubre de 2014 acamparon el lunes en la Plaza Independencia y frente a la Torre Ejecutiva, sede del Gobierno, en protesta por la imposibilidad de conseguir empleos que les permitan sostenerse y reclamando mayor apoyo económico de las autoridades.

"Preferimos volver a Siria", llegó a decir uno de los padres de familia ante varios medios de comunicación.

Otro hombre, Maher Aldees, dijo al diario El Observador que las autoridades que los visitaron en el campamento de refugiados de Líbano el año pasado emplearon "palabras muy lindas", pero lo que ellos hallaron al llegar a Uruguay no fue lo que les prometieron.

"Vivir en el Líbano era mejor que acá. No tengo problema con la gente de Uruguay y con el país, tengo problema con el Gobierno que nos mintió", dijo el hombre.

A inicios de agosto, la familia de Aldees salió de Uruguay con intención de llegar a Serbia, donde tienen parientes. Pero fue retenida en el aeropuerto de Estambul, donde debieron pasar 26 días hasta que el Gobierno de Uruguay coordinó su regreso.

Las autoridades no han querido dar detalles sobre este viaje, pero los refugiados aseguran que el Gobierno no los proveyó más que de documentos de viaje que no les permitían solicitar visas para llegar a destino.

En su momento, la Secretaría de Derechos Humanos de la Presidencia informó simplemente que estaba al tanto del viaje y que este no se había financiado con fondos públicos.

El titular de esta entidad, Javier Miranda, dijo el lunes a medios locales que el programa de reasentamiento de refugiados sirios sigue funcionando normalmente y que en noviembre deberían llegar otras siete familias, compuestas de 73 personas, que están en un campo de refugiados en Líbano.

Premio Nobel

El Gobierno de José Mujica (2010-2015) fue elogiado internacionalmente cuando anunció que acogería a liberados de Guantánamo y a refugiados sirios por razones humanitarias.

Por estas y otras medidas, Mujica ganó popularidad fuera de fronteras y fue incluso postulado a recibir el Premio Nobel de la Paz.

Los dos operativos fueron preparados por reparticiones diferentes del Gobierno, pero la implementación de ambos recibió críticas por falta de preparación.

Este año, cuatro de los seis liberados de Guantánamo acamparon durante 10 días frente a la embajada de EEUU en Montevideo reclamando viviendas y un plan integral de asistencia.

Tras arduas negociaciones, el Gobierno logró que firmaran un protocolo de atención, el mismo que está previsto para todos los refugiados, que les permitió recibir un pequeño monto de dinero mensual en efectivo, además del alquiler de una vivienda por dos años y asistencia de salud, y en el cual ellos se comprometen a estudiar español y a buscar empleo.

El único que se había negado a firmar ese acuerdo, Deyab, accedió a un arreglo similar en agosto, tras lo cual abandonó la casa en la que vivía, prestada por la central obrera PIT-CNT, y se mudó a un pequeño apartamento de un solo ambiente.

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