La reunión tendrá lugar en el Monte Kumgang, en territorio norcoreano, entre los días 20 y 26 de octubre.
El acuerdo llegó después de que las negociaciones, iniciadas ayer en la ciudad fronteriza de Panmunjom, se alargasen durante toda la noche entre representantes de la Cruz Roja de ambos países.
Seúl había insistido en que la reunión se celebrase lo antes posible y siempre antes del 10 de octubre, por el temor a una nueva cancelación norcoreana.
Pyongyang conmemorará en esa fecha el 70 aniversario de la creación del Partido de los Trabajadores.
Los expertos creen que Corea del Norte efectuará pruebas de un misil de largo alcance coincidiendo con la fecha.
La dinámica consuetudinaria sugiere que la ONU apruebe nuevas sanciones contra Corea del Norte y éste reaccione encerrándose en sí mismo y sacrificando las reuniones familiares, que sirven de termómetro de las tensiones en la península, ya que su cancelación es de las primeras medidas que toma Pyongyang como medida de presión.
Un centenar de personas de cada país serán elegidas para formar parte de la reunión, según la prensa surcoreana.
Desde el bando de Seúl serán prioritarios aquellos que fueron hecho prisioneros durante la guerra y nunca regresaron.
Más de 66.000 surcoreanos están apuntados en la lista de espera para unas reuniones que son la única y en muchas ocasiones la última posibilidad de reencontrarse con los familiares que la guerra separó en 1953.
La mayoría de ellos son octogenarios y nonagenarios, así que el cupo de apenas un centenar reduce al mínimo de cumplir su sueño.
El programa de reuniones fue acordado en el año 2000 durante el tiempo de mayor sintonía a ambos lados del paralelo 38 y debían de tener periodicidad anual, pero las repetidas cancelaciones norcoreanas han impedido su cumplimiento.
Si al final se celebra la reunión planeada en octubre, será la segunda en el último lustro.