"Nadie puede resistir tres años y medio con un índice de popularidad tan bajo", admitió Temer en referencia al 7 por ciento de aprobación alcanzado por Rousseff a finales del mes de julio, según las encuestas del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE) y la empresa Datafolha, y que la colocaron al mismo nivel que el expresidente Fernando Collor antes de abandonar el gobierno en 1992.
Sin embargo, el mayor representante del Partido del Movimiento Democrático de Brasil(PMDB) en el gobierno de Rousseff recordó que esta es una "guerrera" y que en ningún momento se plantearía una dimisión, además añadió que "una mejora de la economía le devolvería a unos niveles de aceptación razonables".
Por otra parte, y como forma de evitar suspicacias, el vicepresidente advirtió que no iría a "mover un solo dedo" para asumir la Presidencia de la República y que no quería ser recordado como un "oportunista", algo digno de mención teniendo en cuenta que el evento estuvo organizado por el movimiento "Acorda, Brasil"("Despierta, Brasil" en español), de clara tendencia a la oposición.
A pesar de que el partido de Temer, el PMDB, es el principal socio de gobierno del Partido de los Trabajadores (PT) de Rousseff, el enfrentamiento personal de esta con el presidente del Congreso, Eduardo Cunha, también del PMDB, habría arrastrado a algunos sectores del partido hacia posiciones de alejamiento al gobierno, poniendo en una difícil situación al vicepresidente.