Los célebres muros rojos que dan entrada a la Ciudad Prohibida, en el norte de Tiananmén, empezaron a recibir la semana pasada una nueva capa de pintura y está previsto que los trabajos terminen este viernes.
Es costumbre que Pekín inicie estos trabajos en la plaza de Tiananmén antes del 1 de octubre, el día nacional, pero este año ha cambiado los plazos para hacerlos coincidir con el desfile.
También se está reparando el asfaltado de la Avenida de Chang'an que delimita la plaza.
La vía fue reformada en 1958 con piedras de 350 kilos provenientes de la provincia de Shandong, de donde proceden también las 64.000 piedras que se están usando en estos momentos.
En Chang'an, una de las principales arterias de la capital, se ha instalado para el desfile "una capa subterránea a prueba de explosiones" por cuestiones de seguridad, según desveló la prensa local recientemente.
Las calles de los aledaños de la plaza están siendo recubiertas con una fina capa de asfalto.
Los esfuerzos también se dirigen al cielo para limpiar la tradicional bruma que envuelve la capital.
Tema: 70º aniversario de la Victoria sobre el nazismo
Las ciudades de Pekín y Tianjin y la provincia de Hebei han adoptado el mismo paquete de medidas que el pasado año posibilitaron lo que se conoce ya en la cultura popular como los cielos "APEC azul", por el aspecto despejado que presentaron durante el Foro de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC).
La contaminación de la capital depende menos de lo que ocurre en la capital que de las pesadas industrias metalúrgicas de Hebei, la provincia que la rodea.
Por ello, Pekín gastará 460 millones de yuanes (74 millones de dólares) este año para ayudar a reducir la contaminación en las ciudades vecinas de Baoding y Langfang.
En el desfile militar de septiembre está previsto que dé un discurso el presidente chino, Xi Jinping.
Por ahora solamente el presidente de Rusia, Vladímir Putin, ha confirmado que estará en Pekín.
China podría sufrir un boicot similar al de Rusia, con las potencias occidentales temerosas de que su participación se entienda como un apoyo al desarrollo militar chino.
El embajador de la Unión Europea en Pekín, Hans Dietmar Schweisgut, reveló este mes que la presencia de líderes europeos era poco previsible y dio a entender que había temor a que China no utilizase los actos para promover la reconciliación en la zona sino para estimular el resentimiento contra Japón.