"La entrega del premio a Askarov se evalúa como acción dirigida en contra del fomento de la paz étnica y la armonía en nuestro país", dice un comunicado.
Agrega que Biskek considera esta acción como un factor que socava la unidad del pueblo kirguís y puede llevar a enfrentamientos entre etnias y destruir "la frágil paz" que se está restaurando y fomentando en el país con mucha dificultad.
Según la cancillería kirguisa tal comportamiento puede repercutir en las relaciones entre los dos países.
En 2011 el Tribunal Supremo de Kirguistán condenó a Askarov, étnico uzbeko, a cadena perpetua por la organización de disturbios entre kirguises y uzbekos en 2010 e implicación en el asesinato de un agente de policía.
La UE y EEUU pusieron en tela de juicio la decisión del Supremo indicando que "no fueron considerados ciertos testimonios y pruebas".
Además, denunciaron que las autoridades del país no presentaron explicaciones adecuadas por el maltrato de Askarov durante el proceso de investigación.
Occidente supuso que Askarov no instigaba a la violencia, sino que recogía pruebas de las actividades ilegítimas de las fuerzas del orden del país.