La muestra organizada por los comisarios Tracey Bashkoff y Megan Fontanella recorre sus años de profesor de la Bauhaus en Weimar entre 1922 y 1933, mientras su legado alcanza a grupos posteriores, como el del expresionismo abstracto, que florece en el Greenwich Village tras la II Guerra Mundial.
La exposición arranca con obras del periodo en Múnich, principios del siglo XX, donde Kandinsky, tal y como explicaba hace años al diario El País la historiadora Margarita Tupitsyn, abrazó el "mundo material" y se interesó profundamente por las relaciones entre la pintura y la arquitectura.
Desde ahí, pasando por la primera influencia del fauvismo, las experiencias de la Revolución Rusa, el regreso a Alemania en 1921 y la amistad con Paul Klee y sus últimos años en Francia, la muestra (comisariada por Tracey Bashkoff y Megan Fontanella) recorre el periplo del "pionero del arte abstracto" y "eminente teórico de la estética", firme defensor de la "capacidad del arte para transformar a los seres humanos y cambiar la sociedad".
El Guggenheim posee más de 150 trabajos del pintor ruso y la suya es la mayor colección de Kandinsky en EEUU y la tercera del mundo.