Justo en el momento en que se descongelan las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, los cubanos vuelven a patinar sobre hielo, o algo parecido, en La esquina fría, como parte de las propuestas de la 12 Bienal de La Habana, entre las que el arte norteamericano tiene una especial relevancia.
El artista neoyorkino Duke Riley ha sido el de la idea de retomar el patinaje sobre hielo en la capital cubana, y ha instalado una pista sintética bajo el sol abrasador de este mayo habanero, en pleno Malecón, convertido por estos días en una gigantesca galería de arte al aire libre con el proyecto colateral Detrás del muro.
“Este es mi noveno viaje a Cuba, la primera vez que vine me encantó y he hecho ya tres proyectos aquí, porque enseguida tuve una conexión con este lugar”, explicó Riley, quien se inspiró en tiempos pasados, entre 1933 y fines de los cincuentas, en que existieron varias pistas para patinaje sobre hielo.
“En el pasado cuando las relaciones entre Estados Unidos y Cuba eran más abiertas hubo varios intentos de traer esta cultura de deportes a la isla, pero tuvieron poca vida”, recordaba el artista. “Creo que con la normalización o el acercamiento entre nuestros dos países traer hielo a Cuba es algo interesante”.
No es la primera vez que Riley intenta acercar las dos orillas. El pasado año realizó el proyecto Comercio con el enemigo, en el que una bandada de 50 palomas volaron de La Habana a Cayo hueso, burlando la llamada Trading with the Enemy Act (Acta de Comercio con el Enemigo), con unos arreos en los que llevaban tabacos Cohíba. Ahora, se propone además hacer un espectáculo nocturno con luces y palomas.
Detrás del muro ha sido uno de los grandes aciertos de esta Bienal, por la democrática situación de las obras, en una de las arterias más concurridas de la capital cubana. Unos 50 artistas de Cuba y de naciones como Estados Unidos, México, España, Bolivia, República Dominicana, Marruecos y Alemania participan en esta muestra colectiva que pone a dialogar directamente las obras con el público.
Decenas de miles de personas han pasado ya por esta abierta galería de casi un kilómetro de largo, interactuando con piezas como "Secondary Growth Line Extension", del estadounidense David Opdyke, compuesta con un poste caído que reverdece, simbolizando las comunicaciones rotas y las maneras de superar obstáculos.
Destacan además "Implosión", un cubo metálico contorsionado de dos metros de alto del alemán Ewerdt Hilguemann y el cubo azul y transparente de la joven cubana Rachel Valdés. Obras de consagrados como Roberto Fabelo con su gran olla cubierta de tenedores, "Delicatessen", o "Mi energía y yo" de Manuel Mendive; son de las piezas que más han llamado la atención.
Pero sin dudas, la más concurrida ha sido "Resaca", o la playa imaginaria de Arlés del Río, que hace las delicias de muchos que aprovechan para hacer un alto en el camino y recostarse en una tumbona en pleno centro de la ciudad, a la vista del faro del Morro.
Hasta el próximo 22 de junio, la ciudad acogerá exposiciones y performances de centenares de artistas que participan de la Bienal, convertida en la más importante cita de las artes visuales de Cuba y la región.
Los cubanos pueden también acercarse al Bronx neoyorquino, a través de la exposición "Wild noise" (Ruido Salvaje), que se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes. 94 obras en diversas técnicas y formatos, de 54 artistas del conocido barrio de Nueva York, invitan a reflexionar sobre identidad y cultura urbana.
Ruido Salvaje ha sido posible gracias a la colaboración de tres años entre el Museo Nacional de Bellas Artes de Cuba y el Bronx Museum of the Arts, convirtiéndose en el más extenso y abarcador ejemplo de intercambio cultural entre Cuba y Estados Unidos por más de cinco décadas.
Por otra parte, The light in Cuban eyes es una iniciativa de la investigadora estadounidense Madeleine Plonsker, que en su estreno mundial combinó música, danza contemporánea, ballet y fotografía en el habanero teatro Martí.
A la presentación del libro que compila una serie de imágenes de jóvenes fotógrafos cubanos, se unieron las composiciones del gran pianista cubano Frank Fernández, y la coreografía del estadounidense Pedro Ruiz con jóvenes bailarines de la Escuela Nacional de Ballet Fernando Alonso y la compañía Endedans.
Otro proyecto cubano-norteamericano se puede apreciar en el céntrico Pabellón Cuba, con la muestra colectiva Entre, Dentro, Fuera/Between, Inside, Outside, que reúne a cerca de 15 artistas de ambos países.
Por estos días, hasta el mismísimo presidente de Estados Unidos, ha sido visto por La Habana.
En un ingenioso performance, un doble de Barack Obama se paseó de traje y corbata por La Habana Vieja, sorprendiendo a muchos.
Obra del artista cubano René Francisco Rodríguez, es fruto de un sueño de su autor a raíz del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, quien decidió convertirlo en una acción artística.
Ahora, cuando estamos a punto de que se concrete el restablecimiento de relaciones, y no se descarta una eventual visita del verdadero presidente Obama, el arte va por delante de la política y ha avanzado una embajada cultural mucho más cercana y efectiva que cualquier sede diplomática.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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