Bader y Maresiev: dos hombres de verdad

© Foto : IWM / Royal Air Force / Devon S ADouglas Bader
Douglas Bader - Sputnik Mundo
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El piloto inglés Douglas Bader y el aviador ruso Alexei Maresiev jamás se conocieron.

El piloto inglés Douglas Bader y el aviador ruso Alexei Maresiev jamás se conocieron. Los distanció una guerra incruenta y fría, sucesora de otra mortífera y brutal en la que se destacaron no sólo por sus hazañas como pilotos de combate sino por compartir un signo común: haber regresado a pilotar aviones tras sufrir la amputación de ambas piernas.

Cuando en 1946 dijeron adiós a la aviación militar, con el mundo escindido en dos bandos irreconciliables, Bader y Maresiev eran dos símbolos vivos de lo que puede lograr la voluntad humana si no colapsa ante el infortunio. Lo que habían conseguido hasta el fatídico día en que perdieron sus piernas habría bastado para que aceptaran un retiro digno y rehicieran sus vidas en otros ámbitos; lo que consiguieron después, inscribió sus nombres para siempre en la historia de las fuerzas aéreas de sus respectivos países.

Douglas Robert Stewart Bader nació en Londres el 10 de febrero de 1910, pocos años antes del inicio de una conflagración bélica mundial en la que por vez primera la aviación se reveló no solo como un logro del ingenio humano sino como una letal arma de combate. Su tío político, piloto de la Royal Air Force (RAF), despertó en él la pasión por los aviones, pasión que a los 18 años lo llevó a ingresar en la Escuela del Aire de la RAF para formarse como piloto de guerra y en la que se graduó en 1930. Apenas un año después, el 14 de diciembre de 1931, durante la ejecución de unas acrobacias de vuelo a baja altura, el Bristol Bulldog que pilotaba se estrelló contra el suelo. Sus piernas quedaron tan terriblemente destrozadas que la amputación no sólo fue inevitable sino la primera de las opciones para poder salvar su vida.

Durante su convalecencia en un hospital de la RAF, Bader conoció a Marcel Dessoutter, el dueño de una empresa que fabricaba prótesis de piernas en aluminio. La idea de poder caminar sin el uso de muletas empezó a cobrar forma en su mente a pesar de que muchos consideraban que ello era un sueño inalcanzable. Pero la voluntad de Bader se impuso a sus limitaciones y a mediados 1932 ya conducía un automóvil con los pedales modificados para que se adaptaran a sus piernas artificiales… ¡y hasta pilotó un avión de entrenamiento! No obstante ello, y el contar con un certificado de aptitud para volar con ciertas restricciones expedido por una comisión médica, en 1933 fue apartado definitivamente de la RAF. Tendrían que pasar seis años y el inicio de otra guerra mundial para que Douglas Bader se pusiera tras los mandos de un avión de combate, la misma guerra que en otro frente conocería de la hazaña de Alexei Petrovich Maresiev, un piloto ruso nacido en Kamishin el 20 de mayo de 1916.

En 1940 Maresiev se graduó de piloto en la Escuela Militar de Aviación ubicada en la ciudad de Bataisk (antes había trabajado como tornero). Hacia agosto de 1941, un par de meses después de que la Unión Soviética fuera invadida por la Alemania nazi, realizó sus primeros vuelos como piloto de guerra. Cuatro aviones abatidos llevaba en su registro de combate, cuando el 4 de abril de 1942 cayó derribado sobre territorio ruso en poder de los alemanes. Los 18 días en que se arrastró herido hasta llegar a las líneas soviéticas constituyen de por sí una odisea memorable que sólo cede en mérito ante su voluntad por regresar a volar tras la amputación de las dos piernas severamente dañadas tras la caída de su avión. Como su homólogo inglés, Maresiev se ejercitó hasta el extremo para hacer de sus prótesis una extensión natural de sus piernas cercenadas. En junio de 1943 volvió a volar y apenas dos meses después se anotó la proeza de derribar tres aviones alemanes durante un combate aéreo, el primero de los 86 en que participaría con sus limitaciones motoras que nunca fueron un obstáculo para él (once aviones derribados dan testimonio de ello), como tampoco lo fueron en el caso de Douglas Bader quien derribó una veintena de aviones tras su reincorporación a la RAF, cifra que no aumentó porque durante un combate su avión chocó contra un aparato enemigo y tuvo que saltar en paracaídas sobre territorio francés ocupado por los nazis. Hecho prisionero, los alemanes tuvieron el gesto de permitir que un avión inglés le arrojara dos nuevas prótesis a quien ya era conocido por un sobrenombre que inspiraba respeto: "el as lisiado". Tiempo después habrían de confiscárselas ante las reiteradas tentativas de evasión del indomable Douglas Bader.

La hazaña de Maresiev le ganó el título de "Héroe de la Unión Soviética". Bader, por su parte, fue ascendido a Group Captain (el equivalente a coronel en las tropas de tierra) y se le puso al frente de la Escuela de Cazas de Tangmere de la RAF, famosa por su participación en la Batalla de Inglaterra durante la II Guerra Mundial. Retirados ambos en 1946, por esas curiosas coincidencias que tiene el destino, estos dos aviadores que jamás se conocieron —y cuyas hazañas inspiraron sendos libros, "Bader: vainqueur du ciel", de Paul Brickhill, y "Un hombre de verdad", de Boris Polevói, que a su vez inspiraron una película y una ópera, respectivamente- tuvieron parejo fin: un ataque al corazón segó sus vidas. El 5 de septiembre de 1982 falleció Douglas Bader, muchos después, el 19 de mayo de 2001, Alexei Maresiev. Por estos días en que el mundo conmemora la victoria sobre el fascismo vale recordar estas dos historias que en el fondo son una sola: una historia ejemplar de lo que pueden lograr la voluntad y el amor patrio.

 

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