Zinóviev y Fukuyama: predicciones de la historia

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Al mundo no le pasa nada. El problema consiste en la incapacidad de los Estados actuales, de la élite mundial, de entender lo que sucede, crear nuevos métodos de análisis de los procesos del desarrollo social y controlarlos, opina el miembro del Club Zinóviev Oleg Yúriev.

Fukuyama y la paradoja lógica de lo infinito

No cabe duda de que las predicciones del politólogo estadounidense de origen japonés, Francis Fukuyama, no se cumplen. El propio autor lo ha reconocido, de hecho, en un artículo recién publicado, dedicado al 25º aniversario de la salida a la luz de su publicación sobre el fin de la historia, que produjo mucha polémica. Citaré un fragmento de este artículo.

Hace un cuarto de siglo, insistía en que la historia había ido por otro camino, distinto del mencionado por los filósofos de izquierda, escribe Fukuyama. "Pese a las declaraciones de los marxistas y de la Unión Soviética, el proceso de modernización económica y política no condujo al comunismo, sino a unas u otras formas de la democracia liberal y la economía de mercado", continúa.

¿Qué tiene que ver este pronóstico con la realidad? Fukuyama responde a esta pregunta, eligiendo meticulosamente los términos:

"En 2014, la situación resultó absolutamente distinta de la que había tenido lugar en 1989. En Rusia se estableció un amenazante régimen electoral autoritario que se alimenta con dólares provenientes de la exportación del petróleo, asusta a los vecinos y tiene intenciones de recuperar los territorios perdidos tras la desintegración de la URSS en 1991. China sigue siendo un país autoritario, pero se convirtió en la segunda economía del mundo con ambiciones territoriales en el mar de China Meridional y el mar de China Oriental. El problema del mundo contemporáneo no sólo consiste en que las potencias autoritarias están en el auge. Las democracias desarrolladas experimentan dificultades también. Durante la última década, EEUU y la Unión Europea se enfrentaron a graves crisis financieras que dieron lugar a bajos ritmos del crecimiento y altos niveles de desempleo, ante todo, entre los jóvenes. Aunque la economía estadounidense empezó a crecer de nuevo, los frutos de este crecimiento no se distribuyen de forma equitativa y el sistema político de EEUU, escindido por la lucha entre los partidos, no representa un ejemplo atractivo para otras democracias".

Mientras, Fukuyama no está dispuesto a renunciar a la idea principal. "Al observar amplias tendencias históricas, es necesario no exagerar la importancia de eventos de corta duración. Un sistema político sólido es el que es estable a largo plazo. Los indicadores de cada década concreta no son muy importantes".

Recordemos la respuesta de los teólogos a la crítica del libro de las Revelaciones o Apocalipsis de San Juan. Cuando les dicen a los teólogos que no aparece el Anticristo, ni la Segunda Venida de Cristo, ni el fin del mundo, ni el Juicio Final, ni el reino de Dios en la Tierra, responden que en las Revelaciones no se mencionan los plazos. Es decir, todo sucederá en su tiempo. El filósofo ruso Alexandr Zinóviev declara lo mismo, al pasar de la discusión a los escarceos, en los que está presente de modo latente el concepto de un tiempo histórico que puede durar no importa cuánto. Está claro que en el marco de tales conceptos es imposible negar la posibilidad de que las predicciones de Fukuyama lleguen a ser realidad algún día. También es imposible negar lo contrario tampoco. Se trata de lo que se suele caracterizar como una paradoja lógica de lo infinito: tanto la tesis como la antítesis pueden ser probadas.

Hay otra razón por la que se puede no estar de acuerdo con Zinóviev. Es que el futuro surge por la colisión del pasado y del presente. Puede surgir sólo como una etapa, una fase del desarrollo de un proceso ya iniciado, en una sucesión real de eventos, acciones, en lo que ya ha tenido lugar, en un contexto histórico dado. ¿Y qué dice Zinóviev sobre las predicciones de Fukuyama si se aplican éstas a la nueva realidad?

El orden en la historia deja de existir

Hay otra dificultad aquí. Al hacer pronósticos, Fukuyama supone que la historia es un proceso en el que existen dependencias y vínculos estables entre eventos, acciones, personas, pueblos y Estados. Mientras, el orden y la estabilidad en la historia del mundo en los últimos 25 años del siglo pasado fueron demasiado controvertibles, porque el curso de la historia en este período se caracteriza por una creciente inestabilidad, incertidumbre o, como prefieren decir muchos políticos, por una turbulencia.

Debido a la falta de tiempo, no puedo citar ejemplos que lo confirmen. Mientras, como nadie pone en duda el papel prioritario de la economía, voy a citar un informe recién publicado de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD). Se destaca en éste que, pasados seis años tras el inicio de la crisis global, el ritmo de crecimiento de la economía mundial seguía siendo lento en 2014 (2,5% o un 3%). Según los autores del informe, los intentos de volver a hacer negocios con el uso de técnicas tradicionales no pudieron y no podrán eliminar las causas principales de la crisis. El sector financiero sigue dominando sobre la economía real, la cuota del salario en el Producto Interno Bruto (PIB) está reduciéndose continuamente, crece la desigualdad en la distribución de la riqueza, en ingresos dentro de un Estado y entre los Estados.

No se puede pasar por alto la creciente actividad de movimientos radicales como las organizaciones islamistas. El Estado Islámico ya sale fuera de los límites de Oriente Próximo, porque crea un precedente peligroso para todo el mundo. Tenemos que hacer constar que no se han encontrado métodos de la lucha eficaz contra tales fuerzas, contra el terrorismo internacional.

Estos procesos hacen pensar que los vínculos, el orden en la historia dejan de existir. Se pone en duda la propia capacidad de hacer pronósticos y, lo que preocupa aún más en el ámbito político, la capacidad tanto de Estados independientes, como de toda la comunidad internacional de planificar y controlar su vida, así como de, ante todo, garantizar la seguridad internacional.

Hacia una nueva interpretación de los acontecimientos

El problema existe en el origen del creciente caos. ¿Es de origen ontológico, es decir, es un resultado de cambios profundos en la propia estructura de la sociedad humana que no dependen de nuestra voluntad? ¿O todo está bien con el mundo, y el problema consiste en nosotros mismos, en la incapacidad de los Estados actuales, de la élite mundial, de entender lo que pasa, crear nuevos métodos de análisis de los procesos del desarrollo, controlarlos?

Es esto lo que pasa, según mi opinión, a pesar de que disponemos de un capital intelectual que da la posibilidad de esperar que la tarea formulada más arriba se resuelva con éxito. Se trata de una teoría sociológica desarrollada por el destacado filósofo Alexander Zinóviev. Examinemos algunos de sus postulados:

Primero. Uno de los postulados clave dice que el mundo occidental evoluciona hacia la formación de la llamada sociedad occidentalista. Según Zinóviev, esta sociedad se ha formado a finales de los ochenta.

La crisis de 2008 fue tan distinta de las anteriores, tan difícil de superar, tan prolongada, porque ésta fue la primera crisis de la supersociedad. Ocho años antes de esto, Zinóviev destacó en su obra ‘En el camino hacia la supersociedad' un rasgo de esta nueva etapa de la evolución del capitalismo como es el totalitarismo monetario. La mayoría de los expertos que estudiaron las causas de la crisis global llegaron a la conclusión de que el dominio del sector financiero sobre el sector real de la economía provocó la crisis global, confirmando de ese modo la idea de Zinóviev.

¿Tiene la sociedad occidentalista las posibilidades de desarrollo? Según Zinóviev, si los países de Occidente que forman el núcleo de la supersociedad logran ocupar posiciones dominantes en el mundo podrán existir durante mucho tiempo, aunque tienen defectos que al fin y al cabo conllevarán a la supersociedad al colapso.

Otro conocido científico ruso, Mijaíl Jazin, es más crítico respecto a las perspectivas de la supersociedad. Según él, durante los últimos treinta años más o menos, el crecimiento económico se producía debido al crecimiento de la deuda crediticia. Al mismo tiempo, aumentó el papel del sistema bancario y financiero en la economía, porque estos sistemas aseguraron aquel crecimiento. Parece que el mecanismo crediticio de la estimulación de la economía ha agotado sus posibilidades. La carga de la deuda que experimenta la población y el sector de negocios se han aproximado a una línea fuera de la cual comenzará la destrucción del capitalismo moderno si éste no encuentra nuevas fuentes de crecimiento. Pero a día de hoy no se observan.

Segundo. Tras el colapso de la URSS, la competitividad y la rivalidad dejaron de existir en la historia mundial. Esto empujó a Occidente a realizar un proyecto de un mundo unipolar que esté bajo el control de la supersociedad occidentalista. A juzgar por la reacción histérica de EEUU y sus socios, la oposición a esta estrategia por parte de la Rusia de Putin y de varios otros países pasó a ser una sorpresa desagradable para éstos.

¿Es capaz la Rusia moderna, si no de personificar un nuevo proyecto para la humanidad, al menos de encabezar un movimiento por la creación de las condiciones en las que sería posible una historia multiopcional? En general, tomando en consideración la historia de nuestro país, la experiencia acumulada, las tradiciones, la mentalidad nacional y un alto grado de unidad en la sociedad debido a los acontecimientos en torno a Ucrania, Rusia tiene el potencial necesario. Pero este potencial está concentrado hoy en el ámbito político y espiritual, ante todo.

Es importante, pero no es suficiente. Se debe pasar de las declaraciones de que no nos importan las sanciones y que éstas hasta nos pueden ayudar a renovar la economía (¿pero quién impedía hacerlo antes?) a los hechos concretos. La economía está en un estado complicado, posiblemente en el más complicado desde la crisis de 1998. Según los datos oficiales, el ritmo del crecimiento del PIB en 2014 fue de menos del 1%. Este indicador en China fue de más del 7%, y en EEUU ascendió a 2,4%, y en el mundo, en general, fue un 3%.

La riqueza acumulada de Rusia (un volumen total de los activos financieros y materiales) crece muy lentamente. El crecimiento más rápido de este indicador se registra en China y Japón. Si el actual ritmo del desarrollo no cambia, en 2017 la riqueza acumulada de Rusia ascenderá al indicador de la riqueza de EEUU para el año 1903.

Y lo peor es que Rusia sigue siendo el país con el indicador de la desigualdad en la distribución de la riqueza más alto en el mundo. En nuestro país aproximadamente el 1% de las personas más ricas posee un 71% de todos los activos personales de Rusia. En Europa y China este indicador asciende a un 32%, en el mundo en promedio, a un 46%.

Es decir, se debe no sólo acelerar simplemente el crecimiento de la economía, sino acelerarlo en base a las últimas tecnologías junto con un crecimiento sostenible de los ingresos de la población, la reducción de la enorme desigualdad en la distribución de la riqueza. Esto podrá realizarse sólo en caso de la creación de un Estado fuerte.

Tercero. Un elemento importante de la teoría de Zinóviev es el entendimiento del papel clave de la ideología, de la información para gobernar el mundo actual. Según él, la lucha exitosa contra el globalismo occidentalista obliga a sus rivales a crear un proyecto alternativo.

Según Zinóviev, sería inoportuno pasar por alto la posibilidad de regresar al proyecto del comunismo en su versión renovada. Es que el verdadero comunismo representado por la Unión Soviética no sufrió un colapso porque tuviese defectos como tal o porque fuese incompatible con la vida real, sino porque su desarrollo fue artificialmente interrumpido.

Mientras, es poco probable el renacimiento del comunismo en un futuro previsible. La búsqueda de la identidad nacional, la formación de la idea nacional de Rusia se realiza mediante el análisis de la historia, las tradiciones, el patrimonio espiritual. Esto no quiere decir que Rusia se aparte de Europa, su experiencia, su cultura y sus valores. Rusia, la civilización rusa es una parte inalienable de Europa en todos los sentidos. Se trata de una búsqueda de la idea nacional que corresponda a las realidades históricas y contemporáneas de Rusia y sus pueblos.

Resulta que nuestra actividad espiritual basada en un trato cuidadoso de todo lo creado por la humanidad ayuda a superar las manifestaciones extremas del liberalismo radical. Se reprocha a Rusia su conservadurismo, pero es un conservadurismo que asegura la continuidad del progreso, la conservación y el enriquecimiento de todo lo que pasó la prueba del tiempo y sirve como un seguro punto de referencia del desarrollo. En este sentido, la postura de Rusia y su experiencia es importante para toda la humanidad.

Cuarto. La crisis de 2008 puso de relieve que los Estados nacionales soportaron la mayor carga, al aplicar esfuerzos para salir de la crisis. De ese modo se confirmó de nuevo que es prematuro dejar de considerar al Estado como medio de gestión.

Dudo que la democracia electiva, el sistema de pesos y contrapesos garantice el nivel de operatividad y competencia en la toma de decisiones, la eficacia de su realización, necesarios en unas condiciones cada vez más complicadas. Pudimos ver que hasta los países a los que suelen calificar con respeto como democracias desarrolladas no están protegidos de errores en el gobierno, ni de la corrupción, ni de conflictos sociales o étnicos. Y no todo está bien allí en lo que se refiere a los derechos humanos.

Por eso se siente una necesidad imperiosa de un nuevo modelo de Estado nacional. No se trata sólo del desarrollo y la implantación de nuevas técnicas políticas y de gobierno. Ante todo, se trata de la formación en el país de un nuevo capital humano. No sólo debe caracterizarse este capital por una nueva competencia, cultura, habilidades empresariales, sino también por nuevas cualidades civiles, morales y espirituales del individuo. No por casualidad Zinóviev vinculaba sus esperanzas en el futuro de Rusia y de todo el mundo a la aparición de un nuevo ser humano. Hay que buscar cómo puede contribuir al proceso de formación de un nuevo ser humano a escala global.

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