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¿Qué podemos esperar de la próxima Cumbre de las Américas?

© REUTERS / Carlos JassoMicrófono para VII Cumbre de las Américas
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Dentro de unos días arranca en Ciudad de Panamá la VII Cumbre de las Américas, un foro regional que ya ha despertado la atención de todo el planeta pues contará con la asistencia del estadounidense Barack Obama, el cubano Raúl Castro y el venezolano Nicolás Maduro. Pero, ¿qué podemos esperar realmente de esta reunión internacional?

De momento se respira un ambiente de máxima expectación. No en vano es la primera vez que acudirán todos los jefes de Estado y de Gobierno del continente, incluido el de Cuba, que hasta ahora nunca participó en estas reuniones multilaterales iniciadas en 1994, ya que fue excluida en 1962 de la Organización de Estados Americanos (OEA) tras el triunfo de la Revolución castrista.

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En 2009 la suspensión contra Cuba fue anulada, pero el Gobierno de La Habana no ha hecho los trámites para reincorporarse a la OEA y ha dicho que no tiene intención de hacerlo.

En la última Cumbre, celebrada en la ciudad de Cartagena de Indias (Colombia) en 2012, el debate sobre la exclusión de Cuba ganó protagonismo y los países de la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA) —Venezuela, Cuba, Ecuador, Nicaragua, Bolivia, San Vicente y Granadinas, Dominica y Antigua y Barbuda- advirtieron que no asistirían a próximos foros si no se sumaban los cubanos. En esa cumbre, la invitación a la isla caribeña no llegó a concretarse por falta de consenso, pese a los esfuerzos del entonces anfitrión, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos.

Hasta ahora Estados Unidos y Canadá se opusieron a incluir a Cuba en el foro alegando su "falta de libertades democráticas"; pero el resto de los países de la OEA, aunque estuvieran en barricadas ideológicas completamente distintas, siempre apoyaron su participación.

La reciente e histórica decisión de la Casa Blanca de restablecer las relaciones diplomáticas con Cuba, después de décadas de bloqueo económico y político, ha removido ese obstáculo y ha elevado el interés mediático por la Cumbre panameña.

La cita hemisférica de los próximos 10 y 11 de abril, cuyo tema central será "Prosperidad con equidad: El desafío de cooperación en las Américas", introducirá una serie de innovaciones destacables. Una de ellas será la celebración de un foro académico que reunirá a los rectores de las universidades más destacadas del continente. Sin embargo, la mayor novedad de la Cumbre será que se ha cursado invitación a todos los Estados americanos, lo que significa todo un triunfo para la diplomacia panameña. El presidente Juan Carlos Varela y su canciller Isabel De Saint Malo se han entregado en cuerpo y alma para conseguir que la delegación de La Habana estuviera representada al máximo nivel.

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La llegada al poder de Varela, quien asumió la Presidencia de ese país centroamericano en julio pasado, ha mejorado de forma considerable los vínculos con La Habana, no sólo los comerciales sino también los políticos.

Si el anfitrión hubiera sido su antecesor, Ricardo Martinelli, a lo peor Castro no hubiera aceptado la invitación pues los lazos bilaterales entre ambas naciones centroamericanas atravesaron muy malos momentos durante el mandato de Martinelli, especialmente después del sonado caso del barco norcoreano Chong Chon Gang, retenido por las autoridades de Panamá en julio de 2013 con armas no declaradas de procedencia cubana.

Todos dan por sentado que veremos un cordial apretón de manos entre Obama y Castro, pero ¿lo habrá entre Obama y Maduro? Parece poco probable. Y tampoco se desprende de la agenda (provisional) del presidente de EEUU.

Según un comunicado oficial de Washington, Obama volará primero a Jamaica el 8 de abril para reunirse con los líderes de los 15 países de la Comunidad del Caribe (Caricom). Posteriormente mantendrá una reunión bilateral con la primera ministra jamaicana, Portia Simpson-Miller. De Kingston partirá a Ciudad de Panamá, donde tiene previsto reunirse con los máximos representantes de los ocho países del Sistema de Integración Centroamericana (SICA) y con el citado presidente Varela.

En otras palabras, y si las cosas no cambian de aquí a entonces, Obama no parece muy interesado en aprovechar la ocasión para verse con ningún grupo sudamericano. Que no lo haga con el ALBA puede resultar hasta comprensible pues este grupo bolivariano se enfrenta ideológicamente a las tesis de Washington. Pero no reunirse con los 12 países de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) puede ser interpretado como una renuncia expresa a influir en América del Sur.

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Los funcionarios del Departamento de Estado se resisten a aceptar este análisis y afirman que son los países centroamericanos y caribeños los que padecen los peores problemas: energéticos y de violencia y drogas. Puede que tengan razón, pero eso no justifica olvidarse de Sudamérica.

Para el politólogo Michael Shifter, director de think tank Diálogo Interamericano, se trata de pragmatismo puro y duro. Shifter considera que el hecho de que Obama no se vea con los dirigentes de Unasur significa que el líder afroamericano reconoce "la realidad" de que "la influencia de Estados Unidos en América del Sur se ha convertido en marginal, y que si Estados Unidos tiene alguna influencia en la región es en América Central y el Caribe".

En cualquier caso, es bastante probable que Obama celebre alguna reunión informal con algún homólogo sudamericano durante las sesiones cerradas. Lo ideal sería que al menos lo hiciera con la presidenta de Brasil, quien atraviesa una fuerte crisis de liderazgo.

Maduro, por su parte, llevará a Panamá la firmas de varios millones de compatriotas que piden a Obama que derogue ya una orden presidencial nada amistosa que considera que Venezuela representa una "amenaza para la seguridad nacional" de EEUU. Esa iniciativa será apoyada sin duda por Argentina, Bolivia, Cuba, Ecuador y Nicaragua y posiblemente también por Brasil.

Nada hace presagiar un encuentro casual Maduro-Obama o que sea favorecido entre bambalinas por una tercera parte. Sin embargo, sería un error descartar una sorpresa de última hora porque, como bien decía Aristóteles, "la política es el arte de lo posible".

El enorme interés que suscita la Cumbre queda patente en otra circunstancia inédita hasta la fecha. El Vaticano ha decidido enviar a Panamá a su secretario de Estado (ministro de Exteriores), el cardenal Pietro Parolin, quien curiosamente fue embajador de la Santa Sede en Venezuela hasta 2013. ¿Jugará Parolin algún papel en la distensión entre Caracas y Washington? Pronto lo sabremos.

 

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

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