Aristegui: el medio y el mensaje

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Si la radio mexicana MVS puede ser considerada una de las empresas de información que cuestiona al poder en México, Aristegui es sin dudas una de las voces que ha contribuido a fijar tal imagen.

Censurar
1. Formar juicio de una obra u otra cosa.
2. Corregir, reprobar o notar por malo algo.
3. Murmurar, vituperar.
4. Dicho del censor oficial o de otra clase: Ejercer su función; imponer, en calidad de tal, supresiones o cambios.

Tenía razón Marshall McLuhan: "el medio es el mensaje". Sólo esa simbiosis, en la que el medio es parte de cómo se interpreta el mensaje por los cambios que introduce en el proceso de su recepción, explica la agitación social que ha provocado el cese de la relación laboral entre la empresa MVS y la periodista Carmen Aristegui, una figura imprescindible en el mundo de la información en México.

En efecto, para entender la dimensión del conflicto debe de tenerse en cuenta el alcance de MVS en el espectro radiofónico mexicano y, en particular, del noticiero matutino que conducía Carmen Aristegui de las seis a las diez de la mañana. Si MVS puede ser considerada una de las empresas de información que cuestiona al poder en México, Aristegui es sin dudas una de las voces, acaso la más importante, que ha contribuido a fijar tal imagen. Su despido no es sólo una bofetada a la práctica de un periodismo incisivo y beligerante que no abunda en la prensa mexicana, es también un duro golpe a la imagen de una empresa que supone una alternativa en la generación de contenidos que obran como contrapunto necesario al discurso del poder.

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A diferencia de lo declarado por la Secretaría de Gobernación, contrario a lo que muchos colegas de Aristegui quieren hacer creer, el asunto de su despido va más allá del conflicto particular entre patrón y empleado. Una empresa que genera contenidos informativos no es solo un centro de trabajo donde el que paga, manda, y el que cobra, obedece, sino además un medio con una función social que define la ética de sus periodistas, ética cuyo cumplimiento no debe exhibirse sólo ante quien lo emplea sino también ante quien lo ve y lo escucha.

En ese sentido, Aristegui ha sido coherente consigo misma al exigir la restitución de los dos periodistas de su equipo —Daniel Lizárraga e Irving Huerta- cuyo despido detonó la crisis, y no por una simple cuestión de solidaridad, sino por ser parte ambos de un grupo de trabajo cuyas investigaciones son inalienables del desempeño profesional de la periodista. Al prescindir de Aristegui, MVS (el medio) suprime todo lo que ella significa (el mensaje). De ahí la percepción de su despido como un acto de censura, apreciación que la presunta licitud de la cesantía no alcanza a disipar.

Asimismo, al privar MVS a la periodista de la inmensa audiencia radiofónica con que contaba (potencialmente unos dieciocho millones de personas tan solo en la ciudad de México y su zona conurbada, según la consultora de rating Nielsen-Arbitron), se restringe el alcance del impacto de su quehacer periodístico a su columna en el periódico "Reforma", al programa que conduce en "CNN en Español" y a la Internet (donde cuenta con unos tres millones y medio de seguidores en Twitter y alrededor de cuatro millones y medio en Facebook). Nuevamente los medios (prensa escrita, TV de paga y redes sociales) son (y limitan) un mensaje que no se circunscribe solamente al contenido que divulga, sino también al alcance movilizador (efecto social) que ejerce sobre la conciencia y el actuar del receptor.

© REUTERS / Edgard GarridoManifestación en apoyo de Carmen Aristegui
Manifestación en apoyo de Carmen Aristegui - Sputnik Mundo
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Pero no es sólo la censura por supresión la que sufre Aristegui. En un país como México, con alarmantes estadísticas de inseguridad, resulta cuando menos improcedente el revelar sin venir a cuento que alguien cobra cerca de un millón de pesos al mes por su trabajo. Si por una parte la cifra hace dudar de la tesis del despido como una simple decisión patronal (si tanto le paga la empresa debe ser por que recibe más a cambio y en ese caso por qué prescindir de una relación tan beneficiosa), por la otra se percibe su revelación como una forma sutil de levantar (mal)intencionadamente un muro de billetes entre la comunicadora y su audiencia, esa que conoce —entre otras vías por las denuncias de la propia Aristegui- de la consanguineidad entre corrupción y enriquecimiento. Asimismo, con base en la premisa falaz de que en el México de hoy ser de izquierda significa promover la sedición, perturbar la ley, cuestionar el orden democrático alcanzado, etc., se atribuye a la periodista el serlo y se infiere de ahí que su posicionamiento ideológico contamina la credibilidad de su trabajo, una suerte de "argumento ad hominem" doblemente "siniestro" con el que se busca minar el impacto social de su labor periodística a partir de burdos intentos de "difamarla" como persona en los que se mezclan la hipérbole y hasta la injuria.

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De ahí que no extrañe, pues, la reacción solidaria de la opinión pública que sospecha de la existencia de poderes ocultos tras el cuestionado despido de Carmen Aristegui, sobre todo por lo que se percibe como el ambiguo actuar de los directivos de una empresa que se enojan por el vínculo inconsulto del nombre de MVS con "Méxicoleaks", una plataforma digital de reciente creación diseñada para investigar y denunciar casos de corrupción a partir información filtrada anónimamente, para luego declarar que la misma "merece todo nuestro respeto", proceder más incompresible aún en una organización acostumbrada a lidiar con las presiones provenientes de la autoridad.

Al respecto basta recordar que en el 2012, el presidente de MVS Comunicaciones, Joaquín Vargas Guajardo, reveló que el año anterior el gobierno del entonces presidente Felipe Calderón Hinojosa había intentado condicionar la ratificación de las concesiones de banda ancha de la empresa al hecho de que no volvieran a emplear a Carmen Aristegui, separada por esos días de MVS al haber dado cobijo en su programa a un rumor sobre el presunto alcoholismo del mandatario mexicano. "Hemos encontrado que tú proyecto de la 2.5 GHz, tiene méritos propios, pero si recontratas a la periodista, a tu proyecto se lo lleva la chingada y te olvidas de este Gobierno hasta su último día", le dijo Javier Lozano, titular de la Secretaría del Trabajo del gobierno calderonista a Vargas Guajardo. Por todo ello resulta lícita la pregunta que lanzó Carmen Aristegui a los propietarios de MVS: "¿Qué mecanismo (mensaje) se activó para que ustedes, señores Vargas (medio), actuaran de una manera en la que, seguramente, no se reconocen ni ustedes mismos?

La respuesta, diría casi Bob Dylan, está (literal y metafóricamente) "en el aire".

 

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

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