"El Gobierno no tiene cómo rebajar el precio del diésel", declaró Rousseff mientras el ministro de Transportes de Brasil, Antonio Carlos Rodrigues, se reúne en la tarde de este miércoles en Brasília con los principales sindicatos de transportistas del país para negociar el fin de las movilizaciones.
Además, la presidenta criticó abiertamente a quienes reclaman ahora una rebaja en el precio de los combustibles después de que Brasil mantuviese artificialmente los precios de los carburantes en 2013 y 2014 cuando el barril de petróleo llegó a alcanzar los 120 dólares.
En este sentido, la argumentación de Rousseff se basa en la Contribución de Intervención en el Dominio Económico o CIDE, un impuesto recogido por la Ley nº 10.336 que establece el Gobierno a las gasolineras por la adquisición de combustible en el mercado interno, por lo que, el aumento de los precios sería una decisión de las gasolineras para mantener los beneficios y no del propio Gobierno.
Sin embargo, los sindicatos de transportes de todo el país critican que la medida supone en la práctica un encarecimiento de los costes de transporte de mercancías en torno al 37% y exigen medidas al respecto por parte del Banco Nacional de Desarrollo (BNDES).