"Nuestra política debe de asegurar que cada pareja tenga dos hijos", ha dicho Mei Zhiqiang, vicedirector de la Comisión de Planificación Familiar de la provincia de Shanxi, según un medio gubernamental.
El sorprendente viraje legal ha generado tanto las burlas como la indignación entre la población y la reprobación de los órganos mediáticos del poder.
Muchos chinos se han mofado por el baile de obligaciones legales contradictorias para resolver el desaguisado demográfico originado por tres décadas de política de hijo único.
China se enfrenta a problemas serios de envejecimiento de la población, pago de pensiones, falta mano de obra y desequilibrios entre géneros.
El número de excepciones a la aplicación de la ley ha aumentando con los años para estimular el índice de natalidad.
El pasado marzo se permitió a los matrimonios donde al menos uno de los cónyuges es hijo único a tener un segundo descendiente.
China esperaba un aumento espectacular de los nacimientos pero el resultado ha sido descorazonador.
Apenas 16.600 de las 370.000 parejas en esa situación en Shanghái han formalizado la petición, según las cifras oficiales, lo que empujó a las autoridades a animar a procrear.
El porcentaje es de apenas el 4,6 %, la mitad que en el conjunto del país. En Pekín es del 6,7 %.
En toda China han solicitado el segundo hijo un millón de parejas de las once que podrían hacerlo.
El cuadro, que algunos expertos juzgan de desesperado, explica parcialmente la propuesta del alto funcionario de Shanxi.
Un editorial en el diario ultranacionalista Global Times admite los problemas causados por la política del hijo único y la necesidad de reformarla, pero pide cautela.
"La intención de Mei de remodelar el sistema demográfico puede ser honesta, pero la petición de una intervención administrativa directa para cumplir la nueva política de este sensible tema debería ser reconsiderada", asegura el editorial.
"Es mejor llevarla a cabo a través de incentivos y apoyos para que sea más fácilmente aceptada por el pueblo", termina.
