Los 78 imputados se gastaron entre 1996 y 2012 en temas personales, fundamentalmente artículos de lujos, restaurantes caros, supermercados, lencería o licorerías, más de 15,2 millones de euros.
El juez les imputa por administración desleal o apropiación indebida.
La entidad tuvo que ser que rescatada por los españoles con 23.000 millones de euros. El rescate impidió la bancarrota de una entidad que contaba con diez millones de clientes.
Entre los imputados están importantes representantes de la mayoría de partidos políticos españoles y de los sindicatos.
Sólo el expresidente de Caja Madrid, Miguel Blesa, se gastó más de 10.000 euros en vinos y cavas y 9.000 en un safari en África de los 436.700 euros que llegó a cargar en la tarjeta de crédito opaca que le concedió su propio banco.
Otro de los imputados es Rodrigo Rato, exgerente del Fondo Monetario Internacional y ministro de Economía con el Gobierno conservador de José María Aznar.
El juez recuerda una sentencia del Tribunal Supremo que dicta que "el más elemental sentido común impone al titular de una tarjeta de empresa excluir su utilización para gastos personales, que no revistan la naturaleza de gastos de representación y que sean ajenos al ámbito de la empresa que la sufraga, sin necesidad alguna de limitación expresa de quien haya autorizado el uso de la tarjeta".
El juez se pregunta, ante la afirmación de algunos directivos de que la tarjeta era un complemento salarial, por qué otros beneficiarios no la utilizaron "o el porqué la mayoría de los usuarios no llegaba a agotar el saldo de las que eran beneficiarios, saldo que no se traspasaba a dicho beneficiario, sino que quedaba en la entidad emisora de la tarjeta, haciendo así una dejación incomprensible de una retribución a la que al menos los directivos, tendrían derecho".
