En concreto, el informe recogió los datos del Sistema Nacional de Informaciones de Saneamiento Básico de 2013 y observó que la tendencia en el derroche no mejoró sino que se agravó un 0,1% desde 2012 mientras que el consumo de agua se ha mantenido en un crecimiento continuo.
Con cifras que alcanzaron el 41,1% de agua malgastada en 2008, Brasil se sitúa muy por detrás de países como Alemania que únicamente derrocha el 7% del agua consumida, es decir, los 80 millones de germanos malgastan un volumen de agua similar al que desaprovechó la conturbación de Sao Paulo con 21 millones de habitantes.
Precisamente, la metrópolis brasileña que desperdicia en torno al 30% de su agua atraviesa una situación dramática en su suministro debido a que su principal sistema de captación, el sistema Cantareira, se encuentra a apenas el 5,6% de su capacidad total, el peor dato en los últimos 72 años, que ha obligado al racionamiento forzado, el reciclaje de aguas y la imposición de multar por parte del Gobierno del Estado a los derrochadores.
Mientras tanto, las regiones más pobres del país y por tanto como peores sistemas de tabulación como el estado norteño de Amapá (en la Amazonia) tienen unos niveles de pérdidas que alcanzan el 76,5%.
Solamente en 2010, la pérdida de agua en Brasil, debida principalmente a unos sistemas de captación y distribución en pésimas condiciones de mantenimiento que no alcanzan el mínimo de eficiencia en 90 de las 100 mayores ciudades del país, supusieron una pérdida de 1.300 millones de reales (499 millones de dólares).