"Pax Vobiscum": una modesta proposición para rentabilizar y finiquitar las guerras

© Foto : US Navy / Petty Officer 2nd Class David R. QuillenHelicóptero con la ayuda humanitaria llega a una de las aldeas afganas
Helicóptero con la ayuda humanitaria llega a una de las aldeas afganas - Sputnik Mundo
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Puesto que el Universo y la estupidez humana son infinitas, poco cabe confiar en el pronto advenimiento de un mundo donde los seres humanos sepan resolver pacíficamente sus disputas.

Parece que Sigmund Freud no andaba muy errado y que "la violencia, individual o colectiva, que acompaña a la condición humana desde el origen de los tiempos, puede ser limitada, relativamente controlada, legalmente regulada e incluso castigada, pero nunca exterminada".

Siria, Afganistán, Irak, Ucrania, Israel, por mencionar unos pocos escenarios bélicos vigentes, le dan la razón al neurólogo vienés.

Puesto que el Universo y la estupidez humana comparten, como se sabe, pareja infinitud, poco cabe confiar en el pronto advenimiento de un mundo donde los seres humanos sepan resolver pacíficamente sus disputas; puesto que las guerras imponen liderazgos, ideologías, credos y fronteras que no se consiguen por otras vías, poco cabe confiar en el pronto advenimiento de un mundo donde la naciones resuelvan sus diferendos sin derramar sangre; puesto que el gasto de tales beligerancias suele alcanzar cifras billonarias, hora es de hacer rentables, para los involucrados en ellos, los interminables conflictos armados del presente y del futuro y que sus dividendos no vayan a parar sólo a las arcas del Complejo Militar Industrial.

Es por ello que quisiera presentar al excelentísimo señor Ban Ki-moon, Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), con el fin de que la canalice hacia la instancia correspondiente, el Programa "Pax Vobiscum" (la paz sea contigo), una modesta proposición de "turismo de guerra" para hacer de la estupidez humana —"humana sobra, realmente los únicos estúpidos son los hombres", apostilló el escritor francés Jules Renard- una fuente de riquezas para quienes son víctimas inocentes de ella.

El Programa "Pax Vobiscum" quiere aprovechar la avidez de la gente por emociones fuertes para que le digan adiós a los destinos vacacionales de siempre —el de sol y playas, centros históricos, museos y sitios arqueológicos- y viajen a los más conflictivos sitios del planeta y disfruten de la emoción de ver explotar a su alrededor granadas y coches bombas y caer sobre sus cabezas obuses y misiles teledirigidos. Una bien pensada estrategia de mercadotecnia haría que el Programa termine por ser la mejor opción vacacional para aquellos que no quieran quedarse en casa viendo plácidamente por televisión lo que sucede en esos lugares y cómo la ONU impone sanciones que todos aprueban y que nadie cumple.

El Programa propone de inicio la creación de tres paquetes de "turismo de guerra" con los cuales se busca llevar al cliente al centro del conflicto y de la noticia: el Básico, el Premium y el Premium Plus, todos con excelentes coberturas de seguros contra secuestros, atentados masivos y fuego amigo: siete días y seis noches (prorrogables) de pura adrenalina.

En el paquete Básico, por ejemplo, se le propondría al interesado diferentes escenarios bélicos para que escoja el que más se adapte a su gusto y presupuesto (ideal para principiantes); en el Premium, el cliente pudiera proponer el escenario de su gusto y se le llevaría hasta allá; en el Premium Plus, concebido para emprendedores, se le daría al interesado la oportunidad de provocar su propio conflicto armado y vivir de cerca sus consecuencias. Y, por supuesto, si las fechas que elije el cliente coinciden con conversaciones de paz en los destinos seleccionados se le devolvería íntegramente su dinero.

De más está decir que el dinero recaudado por esta vía estaría sujeto a los gravámenes impositivos que dispongan "los perdedores" de los conflictos inscritos al Programa "Pax Vobiscum". Ello con el objetivo de que traten de terminar lo más pronto posible la conflagración en la que estén envueltos y tras dejar a un lado el orgullo patrio por el que luchaban —y los ropajes con los que se disfraza- dediquen tiempo y esfuerzos a reconstruir el país.
Tal es la modesta proposición y ojala que sea viable.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

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