Se trata de una lista importante porque es la más completa de los últimos años; si en 2003 se analizaron 816 especies en esta ocasión se han tenido en cuenta 6.840, incluyendo el 100% de las especies conocidas de mamíferos, aves, reptiles y anfibios, así como un buen número de peces e insectos, normalmente mucho más difíciles de clasificar.
En la categoría más grave, la que considera a las especies "críticamente en peligro" hay 165 tipos de animales terrestres, 153 de animales acuáticos y 467 plantas, pero a pesar de la gravedad del informe esta nueva lista ofrece algunos datos que invitan al optimismo, ya que 250 especies que estaban en las listas anteriores han dejado de estar clasificadas como amenazadas.
Dos buenos ejemplos son el guacamayo jacinto y la ballena jorobada, mientras que otros animales, como el mono león negro, ha pasado de "críticamente en peligro" a "vulnerable", a pesar de que sobreviven menos de mil ejemplares en las escasas selvas vírgenes que quedan en el estado de São Paulo.
Sin embargo, el informe del Ministerio de Medio Ambiente apunta que muchas de las especies que han mejorado de categoría lo han hecho porque se ha verificado que realmente no estaban tan amenazadas como se pensaba, no porque se hayan llevado a cabo políticas especiales de conservación.
Otra de las novedades de esta última lista oficial es la mayor atención que pone sobre los peces, hasta ahora poco estudiados. En este segmento se han incluido 79 especies, muchas de las cuales se pescan por interés comercial y aunque estaban en situación preocupante desde hace tiempo carecían de protección efectiva.
Es el caso de especies tan populares como el mero –cuya pesca en realidad ya está prohibida, pero con escaso cumplimiento–; el pez papagayo azul, muy pescado en las aguas del sur del estado de Bahía, y el caballito de mar, muy codiciado para usarlo como ornamento o "souvenir" para turistas.