"Las sanciones y el embargo introducido en respuesta han hecho comprender mejor, paradójicamente, que Italia y Rusia se necesitan mucho y que no podemos perder la cooperación económica, industrial, tecnológica y de inversiones que une a nuestros países", señaló.
El embargo ruso afectó con especial fuerza a las empresas agroindustriales italianas, cuyas pérdidas se estiman en más de 200 millones de euros anuales, según datos de la asociación de agricultores Coldiretti.
Otra rama de la economía italiana que sufre importantes pérdidas es la de calzado. En los primeros siete meses de 2014, los pedidos rusos se redujeron en casi un 40%.
Expertos locales calculan que de imponer Rusia nuevas sanciones las exportaciones de calzado italiano se reducirán un 10% más. Pueden cerrarse hasta 400 empresas y perderse más de 10.000 puestos de trabajo.
Los fabricantes de ropa y accesorios también temen nuevas sanciones, porque destinan a Rusia un 10% de sus exportaciones. Las pérdidas pueden exceder 2.300 millones de euros.
Las compañías que trabajan en Rusia desde hace años, especialmente aquellas que sufrieron la crisis de 1998, opinan que la debilitación del rublo es una buena oportunidad para invertir en nuevos proyectos en Rusia.
Expertos de la prestigiosa Universidad Luigi Bocconi de Milán han calculado que de imponerse la prohibición absoluta de exportar artículos a Rusia, el PIB de Italia se reduciría en 9.500 millones de euros anuales y en el mercado laboral se perderían más de 105.000 puestos de trabajo.
Al comentarlo Karaváev señaló que los círculos empresariales italianos y muchos líderes del Norte industrializado del país perciben muy negativamente las sanciones anti rusas.
Por ejemplo, el gobernador de la provincia del Véneto, Luca Zaia, declaró hace poco que las autoridades locales están dispuestas a expresar una protesta oficial contra las sanciones europeas impuestas a Rusia, para defender los intereses de los exportadores italianos.
Karaváev citó también declaraciones de otros representantes prestigiosos de las élites económica y política de Italia. Por ejemplo, el ex primer ministro, Romano Prodi, calificó las medidas restrictivas como "un suicidio colectivo".
