La mujer sufrió un trauma cerebral, que causó su muerte clínica el pasado 3 de diciembre, y su familia desea darle sepultura "con dignidad".
Pero la Constitución irlandesa garantiza el derecho a la vida tanto de la mujer como del feto y los médicos cuestionaron las consecuencias legales que supondría apagar el sistema de ventilación.
Esta tarde, tres jueces del Alto tribunal de Dublín fallaron por unanimidad a favor de la decisión del padre y la pareja de la paciente.
Los médicos que testificaron durante el juicio advirtieron del creciente deterioro en la condición de la mujer y coincidieron en que sería prácticamente imposible mantener con vida el feto.
Nicholas Kearns, presidente del Tribunal, señaló este viernes que "es en el mejor interés de la criatura no nacida, dadas las circunstancias de este trágico y desafortunado caso, autorizar al equipo médico la retirada del apoyo somático".
El juez Kearn añade en su sentencia que continuar manteniendo artificialmente con vida a la madre "le privaría de dignidad y causaría a su padre, su pareja y sus hijos pequeños angustia y aflicción inimaginables".
Irlanda es de los países europeos más reacios a consentir el aborto incluso cuando la madre corre peligro de muerte.
La iglesia católica y los grupos pro-vida forzaron en 1983 una enmienda en la constitución que reconoce el feto como un individuo legal.
La extensión del derecho a la vida al no nacido fue una medida que este poderoso movimiento juzgó necesaria como mitigar la entrada en vigor pocos meses antes de una reforma legislativa que permitió por primera vez el aborto en estrictas circunstancias.
