El monarca se refirió a la corrupción política, dos días después de hacerse público el auto que llevará a su hermana Cristina al banquillo de los acusados por haberse lucrado de los negocios ilegales de su marido.
"Estamos viviendo tiempos complejos y difíciles", dijo en su discurso más difícil, retransmitido por radios y televisiones, en el que también habló de la crisis económica, del reto independentista catalán y de la abdicación en junio de su padre.
El monarca aseguró que "necesitamos una profunda regeneración de nuestra vida colectiva". Y en esa tarea, "la lucha contra la corrupción es un objetivo irrenunciable".
"Los ciudadanos necesitan estar seguros de que el dinero público se administra para los fines legalmente previstos; que no existen tratos de favor por ocupar una responsabilidad pública; que desempeñar un cargo público no sea un medio para aprovecharse o enriquecerse; que no se empañe nuestro prestigio y buena imagen en el mundo", insistió sin referirse directamente en ningún momento a su hermana.
"Debemos cortar de raíz y sin contemplaciones la corrupción". La honestidad "de los servidores públicos es un pilar básico de nuestra convivencia en una España que todos queremos sana, limpia" abogó.
En su alocución, el monarca denunció también que los "los índices de desempleo son todavía inaceptables y frustran las expectativas de nuestros jóvenes y de muchos más hombres y mujeres que llevan tiempo en el paro".
"Nuestra economía no ha sido capaz, todavía, de resolver de manera definitiva este desequilibrio fundamental", estimó diez días después que el presidente Mariano Rajoy asegurara que la "crisis ya es historia", aunque luego matizó sus palabras.
En uno de los discursos en los que Felipe VI y su equipo preparan el borrador para ser revisado posteriormente por el Gobierno y no a la inversa como es habitual, el rey reclamó proteger a las personas más desfavorecidas y mantener el estado de bienestar.
El monarca se refirió también al desafío independentista catalán al afirmar que le duele y preocupa que se "puedan producir fracturas emocionales, desafectos o rechazos entre familias, amigos o ciudadanos. Nadie en la España de hoy es adversario de nadie".
El último discurso navideño de Juan Carlos fue el menos visto en 15 años, al perder 341.000 espectadores respecto al año anterior. Los mensajes reales han perdido dos millones de espectadores desde 1998.
