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Dos viejos templos budistas en Pekín acogen a clubes elitistas ilegales

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Dos templos budistas de la dinastía Qing (1644-1911) sirven de lugar de encuentro, ágapes y representaciones operísticas para clientes de alto poder adquisitivo que quieren sentirse como emperadores.

Una circular de diez ministerios en noviembre recordó que los edificios históricos o los parques públicos no pueden ser destinados al uso de clubes elitistas después de que una cadena de casos estimulara el enfado social en medio de la campaña contra la extravagancia del presidente, Xi Jinping.

Los templos Songzhu y Zhizhu están en los aledaños de la Ciudad Prohibida, en el centro de Pekín, que durante siglos sirvió de hogar a los emperadores del gigante asiático.

En el templo Zhizhu se ofrecen cenas por 800 yuanes (130 dólares) por persona aunque no es raro que suban hasta los 2.000 yuanes (323 dólares), según el diario local Global Times.

Otras estructuras han sido habilitadas para habitaciones de hotel ofrecidas por entre 2.000 y 4.500 yuanes (323 y 726 dólares), según la agencia oficial Xinhua.

El local cuenta con un escenario para representaciones de la Ópera de Pekín y con un silla con dragones incrustados que se asemeja al trono original de la Ciudad Prohibida.

Ambos templos ya fueron denunciados por la prensa local por albergar actividades comerciales similares el pasado año.

Los responsables de ambos han negado las acusaciones y la Administración del Patrimonio Cultural de Pekín ha enviado a funcionarios para comprobarlas.

"El hecho de que existan clubes privados escondidos en templos revela la gestión errónea de las reliquias culturales de diferentes órganos gubernamentales: ninguno de ellos quiere afrontar la responsabilidad cuando los problemas surgen", ha dicho Zhu Qiuli, experto del Instituto Nacional de Arquitectura de China.

La Oficina de Asuntos Religiosos de Pekín y la Asociación Budista de Pekín han investigado los templos y anunciado que castigarán a los que los utilicen para actividades comerciales que provoquen una fuerte reacción pública o cause un negativo impacto social.

El propietario de una tienda de comestibles cercana al templo de Zhizhu ha lamentado que nunca le hayan permitido entrar y el ruido hasta altas horas de la noche.

La prensa local ya denunció en 2011 que un salón de la Ciudad Prohibida servía de sede para un club privado de 500 ricos socios que pagaban 150.000 dólares por el carné. Las autoridades lo negaron.

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