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El vandalismo de pocos desprestigia a la masiva indignación en México

© REUTERS / Jorge DuenesEl vandalismo de pocos desprestigia a la masiva indignación en México
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La masacre y desaparición de 43 estudiantes de la escuela de maestros rurales de Ayotzinapa, ha desatado en México una indignación masiva, pero la protesta pacífica ha desembocado en el vandalismo de una minoría que amenaza con descarrilar el movimiento, consideran analistas y líderes humanitarios.

La masacre y desaparición de 43 estudiantes de la escuela de maestros rurales de Ayotzinapa, ha desatado en México una indignación masiva, pero la protesta pacífica ha desembocado en el vandalismo de una minoría que amenaza con descarrilar el movimiento, consideran analistas y líderes humanitarios.

En la protesta de unas siete mil personas la noche del segundo aniversario de gobierno de Enrique Peña, el presidente mexicano más impopular en 20 años, decenas de extremistas destrozaron las fachadas de media docena de negocios y bancos y sólo tres encapuchados fueron arrestados.

En México desde los años 70 se cree que las protestas pacíficas han sido infiltradas por provocadores o vándalos a cara tapada, con acciones en contra de la policía y ataques a edificios públicos y empresas privadas.

"Las protestas son pacíficas y legítimas, los violentos son aislados e inaceptables", dijo a Sputnik Perceo Quiroz, director de Amnistía Internacional en México.

La clase política está "rebasada", y la acción de las autoridades "es tardía y lenta, ante la violenta al final de las manifestaciones".

Una duda se cierne sobre las protestas: "¿El gobierno no es capaz o no quiere detenerlos?, no lo sabemos; pero los extremistas no forman parte del movimiento ciudadano, porque contaminan la empatía de la gente", dijo el directivo del organismo con sede en Londres.

Las autoridades de la capital, "dicen saber quiénes son, pero los dejan hacer", comenta a Sputnik Rubén Aguilar Valenzuela, politólogo de la jesuita Universidad Iberoamericana.

En ocasiones, los rijosos son arrestados, pero poco después son liberados, como los 11 detenidos el 20 de noviembre, cuando una protesta pacífica terminó en disturbios con cocteles molotov contra gases lacrimógenos frente al Palacio Nacional.

"El efecto final es desacreditar las marchas pacíficas o que éstas pasen a segundo término en la cobertura mediática", dice el autor del libro La sociedad civil en México y fundador de varios movimientos ciudadanos.

"Los medios nacionales e internacionales se centran, por su espectacularidad, en cubrir los actos violentos que realizan los vándalos", prosiguió Aguilar, quien ha sido asesor del líder de centroizquierda Cuauhtémoc Cárdenas, y luego del ex presidente de centroderecha Vicente Fox.

"Un reporte de inteligencia federal revela que en el auditorio Che Guevara de la UNAM se preparan artefactos explosivos para las manifestaciones", pero los toleran, relata Aguilar, quien fue portavoz de la Presidencia de México en el mandato 2000-06.

En las marchas el rechazo contra los vándalos es generalizado, sobre todo en la capital, donde les gritan "sin violencia" y "sin capuchas", a diferencia del conflictivo estado de Guerrero, donde los encapuchados predominan y han atacado todos los edificios públicos.

Los manifestantes consideran a los 43 estudiantes como "desparecidos", pero hay indicios de que fueron asesinados en basurero cerca de Iguala, Guerrero, gobernado por las izquierdas de Partido de la Revolución Democrática (PRD, tercera fuerza en el Congreso).

Resulta perturbador para el movimiento ciudadano que los jóvenes indígenas fueran atacados, hace dos meses, por policías y narcos confabulados por orden de un alcalde del PRD; sus cuerpos calcinados y algunos restos recuperados y enviados a Austria para su identificación.

La izquierda "infrarrealista"

Todas las izquierdas padecen una profunda crisis, expresada por la renuncia de su líder moral Cuauhtémoc Cárdenas, provocada por la implicación del PRD en la masacre de estudiantes de Ayotzinapa, considera Roger Bartra, antropólogo social autor de casi treinta libros sobre la cultura política en México.

La crisis ha dado reflectores a una protesta heterogénea y radical que Bartra (72 años) -autor de Las redes imaginarias del poder- define como la nueva "izquierda infrarrealista".

"La llamo infrarrealista, sin ánimo peyorativo, porque esta izquierda parece fluir por debajo de la realidad política, cavando túneles, para derribar al gobierno e intentando socavar los cimientos de un sistema al que considera corrupto y represivo", define Bartra, quien dirigió el periódico del Partido Comunista de México, El Machete.

El término infrarrealista lo toma del grupo marginal de poetas que encabezó el novelista chileno Roberto Bolaño, quien a finales del siglo XX se propuso subvertir un orden literario opresivo en México.

"Al igual que estos poetas, la izquierda infrarrealista es bulliciosa y festiva pero colérica, es muy sensible pero desatinada", escribió en su columna del diario Reforma el autor de El salvaje en el espejo.

No es la primera vez: salieron a la calle en 1994 para manifestar su simpatía por el Ejército Zapatista del subcomandante Marcos, quien se jubiló en una carta pública este año, a 20 años de la rebelión.

"Reflejan los sentimientos y las actitudes de una izquierda amorfa y marginal que está disgustada, y con buenas razones, por el comportamiento de los partidos de izquierda", escribe el autor de La jaula de la melancolía.

Pero esos pocos rebeldes manifiestan contradicciones que las erosiona: "su odio se dirige más contra el gobierno que contra los autores materiales e intelectuales de la masacre de Iguala", señala Bratra.

"Quieren que se aplique la ley, pero rechazan los hallazgos macabros de las investigaciones judiciales (…), y a pesar de su carácter posiblemente efímero, esta masa crítica está sacudiendo a toda la élite política", concluye Bartra.

Por su parte el ex sacerdote jesuita Edgar Cortez, directivo del Instituto Mexicano de DDHH y Democracia (IMDHD) que asiste a las víctimas de represión policial dijo a Sputnik que "la movilización es una expresión de la inconformidad legítima ante de la falta de espacios institucionales para los ciudadanos, pero el empuje social no se reduce a la movilización".

"Puede ser que la movilización no sea tan numerosa, pero tiene un presencia nutrida de jóvenes con poca experiencia, incluso en ciudades donde en años no habían sucedido", celebra.

El IMDH considera que "la posibilidad de nuevos liderazgos sólo sucederá si en los hechos se hacen de un lugar y de confianza social; y nada de eso está ya construido; así que es una posibilidad abierta".

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