El presidente de México, Enrique Peña, denunció el martes que al amparo de las protestas masivas por la desaparición de 43 estudiantes de magisterio rural, que habrían sido asesinados, hay un plan de "desestabilización" para "atentar" contra su proyecto político.
En las protestas desplegadas entre brotes de violencia en las que a veces no está claro su objetivo, "pareciera que respondieran a un interés de generar desestabilización, desorden social, y sobre todo, de atentar contra el proyecto de nación que hemos venido impulsando", dijo el mandatario.
En el más severo discurso desde el inicio de su mandato en diciembre de 2012, el presidente retó: "No nos vamos a detener" ante los movimientos de violencia.
Esos actos se cometen –dijo– amparados en "la consternación social por los hechos de horror" por la desaparición de los estudiantes de la Escuela Normal de maestros rurales de Ayotzinapa, en una zona empobrecida del estado de Guerrero.
Diversos brotes de violencia han ocurrido en las protestas por la masacre en varias ciudades, como la quema y destrucción del Palacio de Gobierno y el Congreso de Guerrero, las sedes del PRI en ese estado y Veracruz y Morelia, y el intento de quemar la puerta principal del Palacio Nacional, todas sin víctimas.
El Gobierno mexicano "está firme en la construcción del proyecto de nación de bienestar", prosiguió en un inusual tono adusto, en el primer discurso a su regreso de China y Australia el fin de semana.
El proyecto de Peña está marcado por reformas estructurales, como la apertura a la inversión privada en la industria energética por primera vez en 76 años, reformas educativa y de telecomunicaciones, que han resultado impopulares en los sondeos de opinión.
Parece que algunas voces unidas a esta violencia fueran "aquellas que no comparten este proyecto de nación, que quisieran que el país no creciera y que frenara su desarrollo", expresó Peña.
El mandatario de 48 años encabezó en 2012 el retorno a la presidencia que durante 12 años perdió su Partido Revolucionario Institucional (PRI, centro pragmático), que gobernó más de siete décadas consecutivas en el siglo XX.
"Nos hemos atrevido a cambiar, hemos ido en pos de reformas estructurales y de grandes cambios que nos dan una nueva plataforma", enfatizó.
Las reformas "no son varita mágica, nunca las hemos ofertado como tales, pero son necesarias para acelerar el ritmo de desarrollo que necesitamos", dijo en su primer discurso luego de una gira por China y Australia, al Foro Económico Asia-Pacífico (APEC) y el G20 de las economías desarrolladas.
En cuanto a los ataques de policías y narcotraficantes aliados por orden del alcalde de Iguala, que habría culminado en una masacre, en la que los sicarios quemaron los restos y los lanzaron a un río –según las pesquisas–, el presidente defendió la investigación federal "exhaustiva" para encontrar la verdad.
"Hemos sido los más sensibles al tema, los más solidarios. Hemos atendido puntualmente, desde lo personal y a través de los funcionarios responsables de la investigación, a los padres de familia a los que embarga esta pena y este dolor", dijo Peña en un discurso aplaudido en el Estado de México, donde él gobernó antes de llegar a la presidencia.
El historiador Lorenzo Meyer dijo a Nóvosti que las protestas son masivas y pacíficas en su mayoría, y "los pequeños grupos violentos podrían ser infiltrados externos, eso no sería nuevo en México".
"La desconfianza es casi unánime en todas las instituciones públicas, lo que vemos es la expresión extremista de un fenómeno más extendido y viejo: la falta de confianza en el Gobierno", dijo el investigador emérito del Colegio de México.
