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Cielos de efímero azul: APEC en Pekín

© REUTERS / Kim Kyung-HoonCielos de efímero azul: APEC en Pekín
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Los pequineses saben que la lluvia, el viento y los dirigentes internacionales limpian sus cielos. Con 21 líderes globales estos días en la capital para la cumbre de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC) no extraña que parezcan pintados con rodillo azul.

Los pequineses saben que la lluvia, el viento y los dirigentes internacionales limpian sus cielos. Con 21 líderes globales estos días en la capital para la cumbre de Cooperación Económica de Asia Pacífico (APEC) no extraña que parezcan pintados con rodillo azul. Es una lástima, se comenta en una ciudad a menudo envuelta en una ubicua nube mugrosa, que la APEC solo dure dos días.

El buen anfitrión se esfuerza en contentar a sus huéspedes y Pekín no es sospechosa. Los síntomas en los recién llegados suelen incluir la tos pertinaz, molestias respiratorias y mucosidad sucia, pero no es probable que Barack Obama, Vladímir Putin o Shinzo Abe los sufran. Las medidas tomadas por las autoridades no han sido tímidas. Miles de fábricas de Pekín y ciudades vecinas han sido obligadas a cerrar y a otras tantas se les ha recortado la producción. El tráfico se ha reducido a la mitad con el sistema de matrículas par o impar que permite conducir en días alternos y la prohibición de camiones de circular por la capital. Los funcionarios disfrutan de vacaciones obligatorias durante seis días y actividades cotidianas como la quema de recuerdos en los funerales, los icónicos petardos o las barbacoas han quedado prescritas. Las obras, otro rasgo del paisaje pequinés, se han detenido.

La vida de los quince millones de pequineses se ha visto afectada de una forma o de otra. La ciudad sufre falta de suministros por las restricciones de tráfico en sectores como el lácteo o los muebles. También se han cerrado colegios y suspendido servicios públicos como la expedición de pasaportes o de licencias matrimoniales, mientras los hospitales tienen órdenes de devolver a casa a los pacientes sin cuadros de emergencia.

La batería de medidas plantea la duda de su coste económico y de cuánto tiempo se puede alargar hasta que sea inasumible. "No creo que nadie pueda dar una cifra fiable y posiblemente ni el Gobierno lo sabe. ¿Cómo calcular el coste de las vacaciones obligatorias a las fábricas que están dentro de un radio de 200 kilómetros? ¿Cuál es el coste para Pekín de una prohibición de circular vehículos a esta escala?", se pregunta por correo electrónico Isabel Hilton, experta en medioambiente y editora de la web China Dialogue.

El esfuerzo ha posibilitado que los pequineses se hayan librado de las partículas PM2,5 (las más pequeñas y dañinas porque entran directamente en el riego sanguíneo y los pulmones). Las concentraciones apenas superan los 100 microgramos por metro cuadrado, muy por debajo de los 251 que se consideran como peligrosos de la salud. Un mes atrás, muchos corredores llevaron máscaras durante el maratón que se celebró con concentraciones superiores a 400.

Las redes sociales se han llenado estos días de referencias a los cielos inusualmente claros. Se ha popularizado la expresión "Azul APEC", que un internauta definió como "algo bonito pero fugaz y finalmente falso". En el servicio de mensajería instantánea Wechat ha circulado el significado alternativo de APEC: Air Pollution Eventually Controlled (Contaminación Atmosférica Finalmente Controlada).

La prensa estatal ha rebajado la importancia de los lamentos. "El cielo es azul y el tráfico es fluido. Aunque sólo sea por un corto periodo de tiempo, el país y su pueblo pueden afrontar el precio. Los que no aceptan las decisiones del Gobierno deberían ir más allá de su tradicional pensamiento y tratar de entender la lógica detrás de la elección del Gobierno", decía recientemente un editorial del diario Global Times.

El sarcasmo oculta a menudo la indignación: muchos se preguntan si a su Gobierno le preocupan más los pulmones ajenos que los propios. La contaminación es una tortura diaria para los pequineses. De su nivel depende que uno elija el taxi o la bicicleta, pasearse por el lago de Houhai o que los niños jueguen en el patio del colegio. Una de las aplicaciones de móvil más bajadas es la que arroja la medición desde el tejado de la embajada estadounidense en Pekín.

Grandes dosis de contaminación atacan la capital china al menos una vez a la semana, según un estudio internacional de 2012, y el Bureau de Protección Medioambiental registró 189 días el pasado año de alta contaminación.

Los 500 millones de chinos septentrionales han perdido más de 2.500 millones de esperanza de vida por enfermedades cardiorrespiratorias porque inhalaron un 55% más de carbón que los meridionales. El Banco Mundial alertó ya en 2007 que solo un 1% de los urbanitas chinos respiraba aire saludable y cuantificó en 760.000 la muertes prematuras anuales en el país. Los cálculos de la prestigiosa revista Lancet eleva estas a 1,2 millones en 2010.

El efímero Azul APEC subraya el pertinaz fracaso del Gobierno en atajar la ruina medioambiental. Hilton menciona el coste en términos de "credibilidad" después de que los pequineses recibieran las promesas de mejoras tras las medidas temporales que permitieron unos Juegos Olímpicos limpios en 2008. "Los pequineses prefieren políticas consistentes y eficaces que le den a la ciudad un aire respirable en lugar de esas medidas periódicas de emergencia destinadas a impresionar a los visitantes. Un pequinés debe pensar que a su Gobierno le importa más mantener su imagen que sus propios ciudadanos", finaliza.

 

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