La presencia de artistas internacionales y locales en las protestas de Hong Kong ha incomodado a las autoridades chinas, que suelen incluir en la lista negra a los que se significan políticamente contra los intereses de Pekín.
Varias fotografías que han corrido por las redes sociales han evidenciado la visita a los puntos de ocupación estudiantil del músico de jazz estadounidense Kenny G. Poco después lo confirmaba él mismo en su cuenta de Twitter: "En Hong Kong, en el lugar de las protestas. Deseo a todo el mundo un pacífico y positivo final a esta situación", decía el músico, quien dio cuatro conciertos el mes anterior en la China continental.
Preguntado por la situación, el Ministerio de Exteriores respondía después: "La música de Kenny G es muy famosa en China, aunque sobre las protestas en Hong Kong este Gobierno tiene una postura muy clara. Pensamos que es una campaña ilegal", ha dicho la portavoz Hua Chunying, quien pidió "discreción" tanto a países como a individuales extranjeros y que no apoyen las movilizaciones.
El actor Brad Pitt, protagonista de una película sobre el Tíbet, o la cantante Bjork, quien gritó "Free Tibet" en un concierto, han tenido problemas con Pekín.
Algunos miembros de la escena local como los actores Chow Fan Yat o Anthony Wong, muy célebre también en el resto del país, han mostrado su sintonía con los estudiantes en los últimos días. La Liga Juvenil del Partido Comunista de China –donde se forman los cuadros del Gobierno– ha preguntado hoy en su microblog qué castigo debería aplicarse a esos artistas "sin escrúpulos" mediante una encuesta que ha recibido cientos de miles de respuestas. Las opciones más votadas contemplaban la prohibición de actuar en el país o la censura de sus nombres en Internet.
En el bando contrario se encuentra el actor hongkonés Jackie Chan, habitual trovador del partido y miembro de la Conferencia Consultiva del Parlamento chino. En los primeros días de las protestas ya pidió en su cuenta de Weibo (el Twitter chino) a los estudiantes más "racionalidad" y subrayó los daños económicos que estaban causando las movilizaciones a la excolonia.
Dos años atrás, Chan ya lamentó que Hong Kong se estuviera convirtiendo en "una ciudad de protestas" y sugirió que la libertad de expresión debería ser recortada.
