Este festival ha recorrido durante nueve días la zona palestina de Jerusalén, ocupada por Israel desde 1967, y diversas poblaciones de Cisjordania para llevar a la práctica "la terapia de la risa" en una tierra castigada por décadas de conflicto.
Más de 20 artistas internacionales —la mayoría españoles o de compañías españolas- y también un nutrido grupo de artistas palestinos concluyen hoy una densa gira por Palestina en la que han ofrecido 50 actuaciones en nueve días en teatros, parques, centros sociales, escuelas, hospitales y campos de refugiados.
En el marco del Festiclown —cuya primera edición en Palestina se celebró en 2011- se han desarrollado también talleres formativos de clown y diversas técnicas de circo (malabares, acrobacia y otras) enfocados principalmente a adolescentes y niños. Además, se ha dado formación en risoterapia para profesionales de la salud y la educación.
"Nuestro objetivo principal era apoyar a la población infantil que se encuentra hospitalizada por los bombardeos en Gaza, dar continuidad al trabajo de 2011 y traer un mensaje de esperanza y de solidaridad a través de la risa al pueblo palestino", explica a Nóvosti Iván Prado, director del Festiclown y líder de la organización Payasos en Rebeldía, impulsora del evento.
Festiclown Palestina 2014. Risa, circo y utopía from Pallasos en Rebeldía on Vimeo.
Esta asociación cultural y de cooperación internacional fundada en 2004 bajo el amparo del Festiclown (Festival Internacional de Clown de Galicia) se mantiene activa gracias al trabajo de Culturactiva, SCG, y "es uno de los máximos exponentes actuales del circo social, político y solidario".
"Los payasos del mundo sentimos mucho amor por la libertad y decimos que donde falta libertad tiene que llegar el clown para romper los muros", afirma Prado, que ha demostrado su desbordante energía en los diversos espectáculos de Jerusalén Este, Ramala, Naplusa y Belén.
Prado apuesta por utilizar las "armas de diversión masiva" de los payasos y los acróbatas para intentar "paliar las consecuencias psicológicas de un conflicto interminable" y "fomentar, junto a las contrapartes locales, las artes circenses, el clown y la risoterapia entre la población refugiada, fundamentalmente niños y jóvenes, como una alternativa psicológica y social a la situación de conflicto en la que viven", según los principios del Festiclown.
Prado y otros artistas que ya habían actuado en Palestina dicen que han notado que los niños palestinos "están en shock y se comportan de forma introvertida, tienen mucho más miedo".
"Hemos visto una violencia tremenda en los niños. Estuve aquí hace seis años y no me pareció tanta", comenta el actor y payaso Pepe Viyuela, que ya estuvo en Palestina y ha participado en espectáculos en Irak y Kosovo, entre otros lugares.
"Lo que me mueve a hacer las cosas, en este y otros casos, es el dolor inmenso que provoca un mundo tan injusto, tan violento, donde las personas más indefensas, los niños, son las que más sufren y las que menos entienden qué es lo que está pasando", señaló Viyuela en la rueda de prensa de presentación del Festiclown, en Jerusalén. "Soy payaso y tengo esta herramienta, que es la nariz y el sentido del humor (…) para trabajar contra las injusticias", afirmó Viyuela.
El alto nivel de violencia en la vida de los niños palestinos también lo constató el artista argentino, Marcelo González, afincado en España —concretamente en Cataluña- desde hace años.
Marcelo, fundador de la compañía La Máscara y miembro de la ONG Payasos sin Fronteras, fue capaz de capear a una tropa de adolescentes y niños en el parque Rockefeller de Jerusalén Este y de provocarles carcajadas con su divertida y original actuación. Considera que "la risa es una gran terapia".
Tras el éxito en 2011 de la primera edición del Festiclown Palestina, el balance que Prado hace de la segunda edición —organizada con el apoyo de las contrapartes locales "Health Work Committee" y "Human Supporters Association"- es muy positivo.
El Festiclown "ha sido extraordinario. En algunos momentos he visto a los payasos quebrarse por historias que les han contado. Ha sido especialmente duro con la gente que viene de Gaza. Pero a pesar de esa dureza y ese quiebre emocional hemos recibido una gran cantidad de hospitalidad y de cariño. Por un lado descubrimos la dureza de la ocupación (de Palestina por parte de Israel) y por el otro, la belleza de este pueblo", subraya Prado.
