Decenas de miles de estudiantes desafían esta noche al Gobierno de Hong Kong con una masiva concentración horas después de que se les ordenara el desalojo antes del lunes.
El movimiento prodemocrático cobró un nuevo ímpetu en las últimas horas por las agresiones sufridas por los estudiantes a manos de matones y frente a lo que entienden como una inhibición policial.
Canciones populares y discursos forman parte de la concentración en Admiralty, epicentro de las protestas.
"No estamos buscando una revolución, sólo queremos democracia", señaló Joshua Wong, el líder estudiantil de apenas 17 años.
Los rumores sobre un inminente desalojo forzoso policial enrarecieron el ambiente pero miles de estudiantes continúan ahí.
Algunos líderes aconsejaron a los congregados que regresen a casa ante el temor de la violencia policial.
CY Leung, el Jefe Ejecutivo hongkonés, exigió hoy a las decenas de miles de estudiantes que desalojen todas las zonas ocupadas antes del lunes para que los funcionarios que trabajan en las sedes gubernamentales puedan reincorporarse y los niños regresen al colegio.
"Hay muchos problemas para resolver en nuestra sociedad, pero la correcta forma es a través de la comunicación racional para buscar zonas comunes mientras soportamos nuestras diferencias. Las luchas en las calles sólo agravará los problemas", dijo Leung.
El problema hongkonés cumple hoy su primera semana sin indicios de solución. Empezó como un conflicto entre estudiantes y Gobierno por la reclamación del sufragio universal y en los últimos días se sumaron elementos como el crimen organizado o el complejo mosaico social de la excolonia.
Los estudiantes cancelaron el sábado las conversaciones que les había ofrecido en el último momento Leung después de los ataques sufridos el sábado por cientos de violentos organizados.
La policía desveló que ocho de los 19 detenidos ayer por arrasar el campamento en Mongkok y agredir a los estudiantes tienen relaciones con las tríadas, las mafias locales. El Gobierno negó ayer las acusaciones de connivencia con los matones.
El conflicto reveló las diferentes sensibilidades de los hongkoneses. En Mongkok se sucedieron las peleas entre defensores y contrarios. En los últimos caben hongkoneses afines a Pekín y ciudadanos que niegan el derecho de los estudiantes a colapsar la excolonia.
"Volved a casa, ya os habéis divertido bastante. Gandules. Esta ciudad no es vuestra", gritaba un anciano en cantonés, el idioma local.
"Molestan, cierran escuelas, impiden que muchos trabajen, cortan calles, interrumpen el transporte público, hacen que la bolsa y la economía caigan… ¿y para qué? Están siendo manipulados", asegura un hombre de mediana edad que rehúsa identificarse.
"Nací aquí y soy hongkonés, pero me siento chino. Lo más importante es el país, sin él no tienes nada. Y se lo quien cargar", agrega.
Los contrarios a las protestas llevan un lazo azul (en apoyo a la policía, aseguran) como contraposición al amarillo de los demócratas.
Se acusan entre ellos de intereses bastardos, de estar a sueldo de la CIA o del Partido Comunista de China. Los contrarios pertenecen en su mayoría a las clases bajas y suelen ser de mediana edad, mientras los primeros son estudiantes universitarios o mayores con más formación.
"Sí, tengo miedo a que regresen los matones, pero sé que estamos haciendo lo correcto. Peleamos por el futuro de Hong Kong. Internet, los medios de comunicación y nuestra gente, esas son nuestras armas. Tenemos que explicar qué pasa aquí al mundo", sostiene Rachel Li, estudiante de Literatura y Derecho.
El doble rasero policial es un lamento recurrente entre los estudiantes. Dicen que no les protegieron ante los mafiosos y se preguntan por qué no utilizaron entonces el mismo gas lacrimógeno que sufrieron ellos el domingo pasado.
Las agresiones del sábado ante el pasotismo policial reactivaron de nuevo las protestas después de la confusión y la división que había causado el anuncio de las negociaciones con Leung. Muchos de ellos decían no sentirse representados y defendían la vía violenta.
