“Se requiere de manera urgente un liderazgo que proteja el futuro del planeta”

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Entrevista con Luis Germán Naranjo

La 'World Wildlife Fund for Nature' (WWF) ha presentado esta semana su 'Informe Planeta Vivo' ('Living Planet Report'). Casi doscientas páginas que analizan el estado del planeta, tanto la salud de la biodiversidad y los ecosistemas como “la demanda de recursos naturales y lo que esto significa para la vida salvaje y los seres humanos”. Las conclusiones nos sitúan ante un escenario demoledor. Para entenderlo contamos con Luis Germán Naranjo, director de conservación de WWF Colombia.

LGN: La situación nunca había sido más urgente. El Informe de este año es una confirmación más de la situación crítica de pérdida gradual de la biodiversidad, y de lo precarios que son nuestros esfuerzos por frenar el deterioro ambiental en el planeta. Es una emergencia que no es nueva, pero que se agrava cada vez más y que requiere un abordaje decidido y contundente de inmediato.

De hecho, los números son incluso peores de lo que se creía. Así, el tamaño de las poblaciones de vertebrados ha descendido en 52% en los últimos treinta años.

El ajuste de las metodologías del Índice del 'Planeta Vivo' que actualmente usamos para medir el estado de la biodiversidad en el Informe, nos permite tener una lectura mucho más precisa del estado de las poblaciones animales, que en este caso nos revela que nuestros cálculos más pesimistas eran aún conservadores hace un par de años. Parte de la metodología mejorada es que incrementamos el número de poblaciones animales monitoreadas y que, por primera vez, tenemos más récords poblacionales de las regiones tropicales que de las templadas. En términos generales, con esta metodología mejorada, lo que vemos es que la pérdida de biodiversidad continúa y que esta situación, además de encender las alarmas, debiera movilizarnos para actuar.

¿Podríamos conocer algunos ejemplos de animales o especies especialmente traumáticos a fin de que la gente comprenda mejor las dimensiones de la catástrofe?

El mejor ejemplo que podemos mencionar es el de las especies de peces que son sobreexplotadas en los mares del mundo. El colapso de muchas de las pesquerías representa la pérdida de elementos irreemplazables de los ecosistemas, pone en riesgo la seguridad alimentaria y provoca una disminución de la oferta de proteína animal para consumo humano. También afecta de manera negativa los medios de vida tradicionales de millones de personas en todo el mundo. Pero también somos testigos de los impactos dramáticos que soportan muchas especies terrestres, como los elefantes y los rinocerontes en África. Así mismo, en los humedales y otros ecosistemas de agua dulce, miles de especies de reptiles, de anfibios y de peces son objeto de estos impactos. Nada más en Latinoamérica, muchísimas especies de ranas sufren amenazas que las pueden llevar al borde de la extinción.

Inevitable esbozar una sonrisa fúnebre al confirmar que en dos generaciones hemos liquidado la mitad de las poblaciones de vertebrados. Todavía peor, ¿cuáles son las previsiones para los próximos 30, 60 o 100 años si mantenemos el ritmo de destrucción? ¿Y no es absolutamente terrible que esta extinción en marcha coincida con la época de la humanidad en la que al mismo tiempo más gente trabaja para proteger el medio ambiente? ¿Qué hacemos mal?

Muchos científicos se refieren a este periodo como “la sexta extinción”. La previsión futurista es que, de continuar como vamos, no solamente vamos a legar a las generaciones venideras un mundo mucho menos diverso, fascinante y complejo del que conocimos; además será un mundo en el que las carencias materiales y espirituales de la humanidad serán sin duda mayores que en la actualidad. Y estamos de acuerdo: resulta terrible que esto suceda cuando hay más personas e instituciones dedicadas a intentar proteger el medio ambiente. No obstante, hay que entender que las cifras que vemos en el ‘Informe Planeta Vivo’ son el acumulado de hace muchos años, es decir, que reflejan el mal manejo del medio ambiente de muchas décadas atrás. ¿Y qué está fallando? Que seguimos pretendiendo tener unos estándares de vida que no son sostenibles… El reto es creciente y ni los gobiernos ni la industria o la misma sociedad civil están prestándole la atención debida, y se requiere de manera urgente un liderazgo diferente que sea capaz de unir a estos tres sectores para proteger el futuro del planeta.

Uno de los puntos más llamativos del Informe es el cálculo según el cual necesitaríamos 1,5 Tierras para regenerar todos los recursos naturales que usamos. Pero, ¿cómo han llegado a esta aterradora cifra y cuál es su trascendencia?

Se trata de calcular cuanta área (terrestre o acuática) se requiere para producir los recursos que usamos durante un año y para absorber los desechos que producimos en ese mismo lapso. Se hace un cálculo para toda la humanidad: sumando el área necesaria para todos los habitantes de la tierra. ¡El resultado es que estamos usando el equivalente a 1,5 planetas y si siguen las cosas como van, para 2030 necesitaríamos 2 planetas!

¿Cuáles son las áreas naturales más afectadas por los estragos causados por el hombre? Llaman poderosamente la atención, para mal, las cifras de Centroamérica y Sudamérica.

La situación en los océanos también resulta tremenda. La región neotropical, que corresponde en su gran mayoría a Latinoamérica, tiene la peor condición de las regiones terrestres, con un promedio de pérdida del 83% de las poblaciones de peces, aves, mamíferos, anfibios y reptiles en los últimos 40 años. En general, las regiones tropicales están más afectadas que las regiones templadas, tanto para los ecosistemas terrestres, como para los de agua dulce y los marinos. Esto sin duda refleja el hecho de que las mediciones del Índice Planeta Vivo se iniciaron en los países templados después de que estos ya habían perdido mucha de su biodiversidad, pero también muestra que las acciones de conservación en esos países son más efectivas que en el trópico. Esto nos da una luz de esperanza, porque seguramente en el futuro en las regiones tropicales se seguirá la misma tendencia de conservación que en las regiones templadas.

¿Cuáles son los países que más daño están haciendo y por qué y cómo podemos obligarles a cambiar sus políticas?

El Informe muestra el ranking de los distintos países en cuanto a su huella ecológica y evidencia que muchos de los países con mayores ingresos per cápita tienen huellas ecológicas mayores. El consumo desmedido y el impacto de la economía de esos países sobre todo el planeta son factores muy importantes del desequilibrio en la huella relativa de las distintas naciones. Indudablemente, si no trabajamos con los impulsores macroeconómicos y con los flujos financieros hacia una economía más verde, seguiremos perdiendo la batalla. Pero no solo se trata de que los países con mayores niveles de consumo –aquellos que tienen una huella más grande– encuentren maneras de producir y consumir sosteniblemente, también deben ser las instituciones multilaterales y los acuerdos de comercio los que deben incluir el componente ambiental como una de las prioridades de cualquiera de sus políticas de desarrollo económico. De manera similar, todos los países que buscan mejores niveles de desarrollo humano, deben procurar hacerlo de forma sostenible.

¿Cómo es posible que, más allá del crimen que supone privar a las generaciones futuras del mundo natural que heredamos, nadie comprenda que también los seres humanos pagaremos las consecuencias?

Ese es el corazón del asunto. Es uno de los mensajes centrales del 'Informe': nuestros alimentos, el agua y la seguridad alimentaria, así como casi todo lo que necesitamos y consumimos, depende de la naturaleza. Las sociedades dependemos de la naturaleza para construir nuestras economías; por tanto, simplemente no es sostenible continuar mermando el capital natural del planeta, que es finito. Tenemos que entender de una vez por todas que la responsabilidad del cuidado de nuestro entorno no la podemos delegar y nos corresponde a todos: Estados, empresas, bancos, consumidores, productores. Tenemos que aceptar que nuestro bienestar depende del mantenimiento de un ambiente sano y que eso exige sacrificios y esfuerzos compartidos.

Aunque la conciencia ecológica del mundo es infinitamente mayor que hace décadas, y buena parte del mérito le corresponde a la WWF, le recuerdo una conferencia de Sir David Attenborough, precisamente organizada por la WWF, en la que explicó que la cuestión clave, definitiva, es la superpoblación, y que todos nuestros esfuerzos serán insuficientes si no ajustamos el imparable crecimiento de la especie humana y su infinita capacidad de extracción de los recursos naturales.

Muy seguramente estamos condenados a vivir en un planeta menos rico y diverso que el que conocieron nuestros padres y nuestros abuelos. Pero aún es posible tener un mundo en el que el bienestar humano y un verdadero desarrollo coexista con paisajes heterogéneos en los cuales la biodiversidad tiene cabida. Pero sin duda ese será un mundo con un crecimiento controlado de la población humana y con formas de consumo ecológicamente responsables.

¿Hay motivos para la esperanza?

El 'Informe Planeta Vivo' también indica un camino posible. Hay casos inspiradores que muestran ejemplos de individuos, comunidades, compañías y gobiernos trabajando juntos para encontrar soluciones. WWF está convencido de que el conocimiento para alcanzar un nivel de existencia sostenible ya existe y está a nuestra disposición. Ahora necesitamos el poder de la voluntad para alcanzar los elementos que WWF propone en su “Perspectiva de Un Planeta”: proteger nuestro capital natural, producir más sosteniblemente y –para todos– hacer mejores elecciones sobre lo que consumimos. Las políticas fiscales y gubernamentales son la clave para permitir que estos tres elementos esenciales sean parte del futuro de la humanidad y del planeta.

Encontrar soluciones innovadoras a los problemas que enfrenta el ambiente natural no es fácil, pero los países de América Latina ya están probando que se puede hacer. En Chile, por ejemplo, la Ecorregión Marina Chiloense es un modelo de conservación marina. Y el Parque Marino Tic Toc, donde se protege un hábitat crucial para las ballenas azules, delfines e importantes poblaciones de peces. En Belice está el Plan de Manejo Integrado de la Zona Costera nacional, que usa evidencia científica para equilibrar las necesidades de los peces, el turismo y el desarrollo, y así minimizar las amenazas sobre los hábitats naturales. Además, Brasil redujo a más de la mitad la deforestación en el estado amazónico de Acre, mientras incrementó la producción de la agricultura, redujo la pobreza y evitó la emisión de casi 500 mil millones de toneladas de carbono.

Por Julio Valdeón Blanco

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