- Sputnik Mundo
Internacional
Todas las noticias mundiales en un mismo portal informativo. Sigue de cerca lo que pasa en diferentes regiones del planeta.

Zhou Yongkang, el gran tigre chino, cazado por Xi Jinping

Síguenos en
La investigación por corrupción a Zhou Yongkang, el antiguo zar de la seguridad, confirma un panorama de batallas intestinas en el Partido Comunista de China de magnitudes enormes y consecuencias imprevisibles.

La investigación por corrupción a Zhou Yongkang, el antiguo zar de la seguridad, confirma un panorama de batallas intestinas en el Partido Comunista de China de magnitudes enormes y consecuencias imprevisibles.

Nunca antes había sido investigado por corrupción un miembro del Comité Permanente del partido ni se había roto la ley tácita de respetar la jubilación de los líderes.

Zhou (1942, provincia de Jiangsu) era el tercer hombre más poderoso de China antes de jubilarse en 2012. Había presidido China National Petroleum Corporation, la mayor compañía del sector en el país, antes de saltar a la política. Después de liderar el partido en la provincia de Sichuan pasó a encabezar el Ministerio de Seguridad y entrar en el Comité Permanente. Zhou controlaba los tribunales, la Fiscalía, la policía, las fuerzas paramilitares y los servicios de espionaje. El presupuesto del aparato de seguridad del país durante su mandato alcanzó los 114 mil millones de dólares, superiores a los destinados al Ejército.

Acuerdo de dos expresidentes

Xi Jinping, presidente chino, prometió cuando tomó el cargo que la lucha contra la corrupción se extendería a “moscas” y “tigres”, es decir, funcionarios locales y altos cargos. La prensa nacional celebró la caída de Zhou como “la caza del gran tigre”. Fuentes cercanas al Gobierno han explicado que Xi necesitó el acuerdo de sus dos predecesores, Hu Jintao y Jiang Zemin, para enjuiciar a Zhou. Sobre éste abunda la rumorología: golpes de Estado, intentos frustrados de asesinar a Xi antes de que fuera investido presidente.

En los últimos meses han sucedido capítulos extraños que sugieren una pugna encarnizada en las cocinas del poder, como la denuncia de la televisión pública al Banco de China de ayudar a evadir capitales. “Creo que durante un tiempo podremos asistir a claros signos de vendetta entre diferentes facciones”, sostiene Xulio Ríos, director del Observatorio de la Política China. “La insistencia de las actuales autoridades en conducirse por el imperio de la ley y lo extendido de la corrupción puede facilitar un goteo constante de denuncias y procesos dentro y fuera del país”, continúa.

Muchos expertos señalan que las pasadas publicaciones en prensa extranjera de la ingente fortuna familiar del exprimer ministro Wen Jiabao o de las cuentas en paraísos fiscales de familiares de líderes fueron filtraciones de los defensores de Bo Xilai, el ex jefe del partido en Chongqing que fue condenado el pasado año por corrupción. Zhou, desde la jefatura de los servicios de espionaje, pudo acumular información sensible sobre sus antiguos colegas.

Xi ha movido el foco de la batalla contra la corrupción hasta Shanghái, el feudo tradicional del expresidente Jiang. Pekín anunció dos semanas atrás el envío de un equipo especial de expertos a la capital del Río de la Perla para fiscalizar sus cuentas en una campaña que durará dos meses. Tanto Bo Xilai como Zhou Yongkang eran apadrinados del octogenario presidente, que siempre proyectó su sombra sobre el mandato de Hu Jintao.

Ejército corrupto

Xi dibujó un paisaje bélico a principios de mes en una charla ante los cuadros del partido. “Los dos ejércitos, uno corrupto y otro contra la corrupción, están enfrentados, y hemos llegado a un callejón sin salida”, habría dicho, según los asistentes. La información fue después borrada. “El futuro y el destino del partido y del país se nos ha sido entregada y tenemos que gestionar esa responsabilidad”, añadió.

Los expertos debaten si el poder que ha amasado Xi, muy superior al de sus predecesores, es suficiente para acallar a sus detractores o si estos conservan aún poder de contraataque. “No creo que otros líderes puedan oponerse abiertamente a Xi Jinping. De todas formas, intentarán con toda seguridad mantener sus influencias personales tan fuertes como sea posible para buscar la forma de indicarle que piensan que ha ido demasiado lejos”, señala Rana Mitter, profesor de Historia y Política de China en la Universidad de Oxford. 

Lo último
0
Para participar en la conversación,
inicie sesión o regístrese.
loader
Chats
Заголовок открываемого материала