La situación en el enclave de Nagorno Karabaj es tranquila por segundo día consecutivo; la reunión en Sochi de los líderes de Rusia, Azerbaiyán y Armenia estabilizó la región, pero no por mucho tiempo, pues ninguna de las partes está dispuesta a ceder. Aun así, el presente cese de hostilidades es una victoria de la diplomacia rusa que importuna a Occidente, escribe Nezavisimaya Gazeta.
El litigio de Karabaj no tiene fácil solución, subraya el diario. Para zanjar el conflicto Azerbaiyán tendría que desistir de la recuperación del enclave o Armenia debería renunciar a su soberanía. Pero ninguna de las partes está dispuesta a hacer sacrificios.
Por ello, el conflicto podría prolongarse varios años. Nezavisimaya Gazeta recuerda que el conflicto de Nagorno Karabaj es relativamente reciente, pues tiene “apenas” 20 años.
En Sochi no se buscó una solución al asunto que enfrenta a Bakú y Ereván desde 1988. El objetivo de la reunión consistía en la esbozar las posibilidades para la distensión en la región, precisa el rotativo.
Y es aquí donde Moscú consigue una importante victoria diplomática. Putin logró sentar a la mesa de negociaciones a Serzh Sergsyan e Iljam Alíev, algo que no consiguieron otros líderes mundiales.
Según Nezavisimaya Gazeta, el mensaje de Rusia a las partes del conflicto fue inequívoco: pese a la situación en Ucrania, el resto de los problemas en el territorio postsoviético no escapan a su atención.
El Cáucaso Sur es una zona de interés geopolítico para Rusia y el país eslavo está dispuesto a aplicar tiempo y recursos para estabilizar la región. Ese fue el mensaje que Putin hizo llegar a sus homólogos armenio y azerbaiyano en Sochi.