Francia: ¿Un nuevo antisemitismo?

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Luis Alberto Rivas - Sputnik Mundo
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Si hay un país en el mundo donde el conflicto entre palestinos e israelíes tiene una especial repercusión ese es Francia.

Aquí conviven la mayor comunidad judía de Europa con el mayor número de ciudadanos musulmanes en un país del Viejo Continente. Ello no debería ser automáticamente una razón para el enfrentamiento. Pero por diversas circunstancias, cada vez que la situación empeora en Oriente Próximo, la onda de choque llega hasta el Hexágono.

Francia ha sido escenario en el pasado fin de semana de dos manifestaciones en apoyo a Gaza que han degenerado en intentos de ataques a sinagogas y en destrozos e incendios de comercios regentados por ciudadanos judíos.

Las manifestaciones no contaban con la autorización de las autoridades políticas; aun así, los convocantes mantuvieron la cita, que tanto el sábado en el barrio parisino de Barbès, como el domingo en la ciudad de Sarcelles, se transformaron  en acciones de destrucción por parte de ciertos individuos que las autoridades políticas socialistas no han dudado en calificar de “hordas”.

El Primer Ministro, Manuel Valls, ha denunciado “un nuevo tipo de antisemitismo que se propaga a través de internet, en los barrios populares, entre una juventud sin referencias, sin conciencia de la historia, que esconde su odio hacia los judíos detrás de un antisionismo de fachada y del odio al Estado de Israel”.  Palabras fuertes, pero al menos claras del jefe del ejecutivo que contrastan con los tradicionales discursos incoloros, insípidos y  políticamente correctos utilizados hasta ahora para describir una realidad evidente.

Hordas de salvajes en la ‘pequeña Jerusalén’

Las manifestaciones pro-Gaza y de condena a la acción militar de Israel en ese territorio controlado por Hamás estaban convocadas, entre otras organizaciones, por ciertos partidos de extrema izquierda que denuncian el alineamiento del Presidente François Hollande con la política de Israel. El alcalde de la localidad de Sarcelles, el socialista François Pupponi, no lee los acontecimientos en clave política. Para él,  el ataque a sinagogas y a propiedades de ciudadanos judíos es obra de “hordas de  salvajes que han decidido desde muy jóvenes caer en un antisemitismo primario…”. Sarcelles es conocida como ‘la pequeña Jerusalén’ y alberga una importante comunidad de judíos franceses de origen sefardí.

La manifestación del domingo coincidió con la ceremonia de recuerdo de la redada de judíos llevada a cabo por la policía colaboracionista francesa el 16 de julio de 1942, en París. Ese día, 13.152 judíos, entre ellos 4.115 niños (algo con que los nazis no contaban ni habían pedido), fueron encerrados en el Velódromo de Invierno (Vel d’Hiv) de la capital, antes de ser deportados a los campos de exterminio. El jefe del Estado francés aprovechó la ocasión para afirmar que “la República perseguirá con la mayor determinación el antisemitismo que”, dijo, “no es una opinión, sino una abyección”.

Este mismo lunes, Hollande reunió en el Palacio del Elíseo a los representantes de todas las confesiones religiosas que existen en Francia. Hubiera sido muy evidente convocar solo a los representantes de judíos y musulmanes. El efecto de grupo ayudaba a esconder el verdadero conflicto.

Hace unas semanas, Roger Cukierman, Presidente del Consejo Representativo de las Instituciones Judías de Francia (CRIF), me relataba las amenazas que pesan hoy en Francia sobre la comunidad judía: “la radicalización de los musulmanes franceses, la hostilidad de una extrema izquierda antisemita y la creciente popularidad de la extrema derecha”.  Cukierman señalaba como ejemplo de intolerancia el hecho de que hoy sea impensable que un judío pueda viajar en el metro parisino con su kipá, por temor a ser agredido.

Durante años se han minimizado en Francia los actos antisemitas y los ataques a ciudadanos judíos. Incluso el asesinato de cuatro niños y un profesor de una escuela judía de Toulouse, en 2012,  y el reciente atentado en el Museo Judío de Bruselas, ambos hechos perpetrados por ciudadanos franceses de origen argelino, eran considerados como hechos aislados. Por supuesto, los actos de agresión cotidianos contra escolares o ciudadanos judíos en las calles no merecen gran acogida en la prensa. Para ciertos sectores de la sociedad francesa, existe un temor a ser considerado ‘islamófobo’ por el simple hecho de abordar hechos evidentes.

Hollande y Valls parecen decididos a cambiar esa ceguera autoimpuesta y a denunciar sin tapujos a una minoría de franceses que atacan a otros franceses  y que contribuyen a crear una opinión negativa de los ciudadanos de origen árabe o de confesión musulmana.

Diáspora de franceses hacia Israel

La comunidad judía francesa, por su parte, no puede ocultar su temor. El número de ciudadanos judíos franceses emigrados a Israel crece cada año. La Agencia Judía, el organismo encargado de facilitar la Aliá, señala que si en 2012 fueron 1.907 los franceses que decidieron partir hacia Israel, en 2013 la cifra se elevó a 3.280 personas.  Solo en el primer trimestre de 2014, el número ya se ha incrementado en un 70 por ciento.

El Presidente del CRIF señala que el 40 por ciento de los “crímenes de odio violentos” cometidos en Francia tienen como objetivo a ciudadanos judíos. El Servicio de Protección de la Comunidad Judía señala en su informe sobre el primer trimestre de 2014 que los actos antisemitas cometidos en territorio francés durante ese periodo han aumentado en un 44 por ciento, en relación con el año anterior.

Los últimos acontecimientos en suelo francés parecen haber despertado a ciertos medios de prensa y a otros políticos hasta ahora silenciosos. Pero nadie es tan optimista ni ingenuo como para pensar que islamistas y extremistas de izquierda y derecha van a cesar en su empeño de envenenar la convivencia entre franceses, con la excusa de un conflicto que tiene lugar al otro lado del Mediterráneo.

 

*Luis Rivas, periodista. Ex corresponsal de TVE en Moscú y Budapest. Dirigió los servicios informativos del canal de TV europeo EuroNews. Vive en Francia desde hace más de 20 años.

 

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

 

 

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