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Mucho chocolate y poco escrúpulo: la receta que ganó Ucrania

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La desilusión en los políticos y el anhelo de alguien capaz de sacar al país del abismo económico actual son algunos de los motivos que han convertido a Poroshenko en presidente de Ucrania.

Hace un año Piotr Poroshenko apenas podía aspirar, quizás incluso con escaso éxito, a la alcaldía de Kiev. La gran revuelta del Maidán catapultó a la cima política al dueño del imperio Roshen, uno de los mayores productores de chocolate en el espacio postsoviético.

Uno de los empresarios más ricos de Ucrania –séptimo, según la revista Forbes– Poroshenko es padre de cuatro hijos y diputado del Parlamento.

Nació en un pequeño pueblo, Bolgrad, en la frontera con Moldavia, el 26 de septiembre de 1965. Su padre, Alexéi Poroshenko, ingeniero jefe de una empresa agrícola, es un hombre enérgico y autoritario.

En los años 70 del siglo pasado la familia se trasladó a Bendery, en Moldavia, donde el padre llegó a ser director de una planta de reparaciones. Se desconoce qué hizo en la segunda mitad de los años 80, algunos afirman que estuvo en la cárcel, por corrupción. En 1992 aparece en Kiev, donde ya vivían sus dos hijos, el mayor, Mijaíl, y Piotr.

De pequeño, Piotr soñó con ser diplomático. No consiguió ingresar en la Universidad de Relaciones Internacionales de Moscú pero cursó la misma carrera en Kiev.

Sin embargo, inició su actividad laboral en un ámbito diferente, en el de los negocios: su padre creó en Kiev la compañía Ukrprominvest que con el tiempo reunió a más de 50 empresas. Hoy en día el imperio de los Poroshenko comprende fábricas de repostería, empresas agrícolas, plantas de autobuses y medios de información.

Durante bastante tiempo Poroshenko permaneció a la sombra de sus padre y hermano mayor hasta que Mijaíl falleció en 1997 en un accidente de tráfico.

En 1998 Piotr consiguió ganar las elecciones parlamentarias en Vinnitsa y entró en el Parlamento Nacional. Desde entonces, militó en varios partidos y agrupaciones. En 2000 también creó un partido propio, Solidarnost, que formalmente sigue existiendo y podría ser reanimado en caso de necesidad tras las elecciones.

En 2001 encabezó la campaña del bloque opositor del futuro presidente Víctor Yúschenko Nuestra Ucrania. Cuando la agrupación ganó los comicios parlamentarios Poroshenko encabezó la Comisión Presupuestaria, la más prestigiosa.

Tras la “revolución naranja” entró en el círculo de allegados de Yúschenko, que se repartía el poder y el dinero en el país, donde permaneció hasta el conflicto con la primera ministra Yulia Timoshenko, que en 2005 les constó los cargos a ambos.

Volvió a pasar brevemente por el Gobierno en 2009, entonces en calidad de ministro de Exteriores.

La llegada al poder de Víctor Yanukóvich en nada afectó a Poroshenko, que apoyó la candidatura del presidente durante la campaña electoral arremetiendo contra su antigua enemiga y principal rival de Yanukóvich, Timoshenko.

En el nuevo Gobierno se convirtió, otra vez por poco tiempo, en titular del Ministerio de Economía. Sin embargo, no pudo proteger a los directores de sus plantas contra los cuales Hacienda instruyó expedientes penales.

En verano de 2013 Poroshenko se preparaba para las elecciones a la alcaldía de Kiev cuando, inesperadamente, el Maidán le abrió nuevos horizontes. Participó en todos los eventos y una ocasión hasta intentó parar los enfrentamientos.

Algunos expertos apuntan que la brevedad de la permanencia de Poroshenko en los cargos públicos se explica por su incapacidad de trabajar en equipo y de acatar órdenes.

Nadie le niega, sin embargo, fuerza de voluntad y de compromiso, su capacidad de negociar hasta con sus enemigos. Eso sí, para muchos, los grandes pecados del rey del chocolate ucraniano son la hipocresía y avaricia.

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