El primer día del Foro Económico Internacional de San Petersburgo (SPIEF) dio a entender que la sesión de este año tendrá una orientación práctica e institucionalizada y dejará de lado la agenda internacional y los problemas macroeconómicos pese a las incertidumbres coyunturales, escribe Kommersant.
Incluso a nivel de organización, la sesión de este año no hubiera podido asemejarse a las precedentes, ya que a finales de 2013 se tomó la decisión de no incluir en el evento la política internacional. La crisis ruso-ucraniana que incrementó bruscamente la inseguridad para los inversores se convirtió en el segundo factor que modificó el diseño del encuentro: ahora el SPIEF debate solo negocios seguros y carece de una agenda política y macroeconómica concreta.
Además, esta vez el Gobierno ruso y el Kremlin no prepararon ninguna medida económica importante o acuerdo extraordinario para la apertura del SPIEF.
Para el 20 de mayo el Gabinete prácticamente terminó la elaboración del presupuesto para los años de 2015 a 2017, haciendo mucho menos acaloradas las discusiones. La tensión surgió solo una vez, cuando el ministro de Desarrollo Económico, Alexéi Uliukáev, constató que los funcionarios rusos son reticentes a cualquier medida que pueda mejorar la situación de los empresarios.
La dimensión realista del Foro le permite considerar aquellos procesos en torno a las inversiones que en los años pasados en gran medida quedaron a la sombra de proyectos inversionistas más importantes. También hizo constar que todos los acuerdos están acaparados por el sector público. La agenda del SPIEF no contiene ni un solo concurso público en el que no participen instituciones o empresas de Estado.
