Alimentos del mañana: bichos, huevos vegetales, filetes imprimidos… o beber, solo beber

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¿Carne artificial? ¿Normal, en 3D? ¿O una bebida capaz de satisfacer todas las necesidades alimenticias? Un camarero podrá hacerle semejantes preguntas en el restaurante o cafetería de la esquina, pues muy pronto las nuevas tecnologías podrían revolucionar una de las esferas más tradicionales de nuestras vidas, la comida.

¿Carne artificial? ¿Normal, en 3D? ¿O una bebida capaz de satisfacer todas las necesidades alimenticias? Un camarero podrá hacerle semejantes preguntas en el restaurante o cafetería de la esquina, pues muy pronto las nuevas tecnologías podrían revolucionar una de las esferas más tradicionales de nuestras vidas, la comida.

La crisis alimentaria mundial de 2007 y 2008 llamó la atención a las carencias alimentarias de millones de personas y provocó una lluvia de ideas sobre cómo se podría producir comida suficiente para la creciente población del globo que en 2030 podría superar los 9.000 millones de personas.

Entonces algunos empezaron a insistir en que los insectos, de producción barata y muy nutritivos, podrían convertirse en la principal fuente de proteínas. En aquel momento, a la mayoría la idea nos pareció algo exagerada. Sin embargo, en mayo pasado la ONU volvió a pronunciarse por esta opción, matizando que podríamos comenzar por utilizar a los bichos como pienso. La idea, que personalmente no acaba de convencerme, parece ganar cada vez más adeptos fuera de los países donde no forman parte de la dieta tradicional, pues al menos 2.000 millones de personas ya comen insectos regularmente.

Ento, lanzada por un grupo de estudiantes del Royal College of Art de Londres, es una de las páginas que promueve la entomofagia. Para vencer la repugnancia de muchos presentan sus alimentos en formatos que en nada hacen sospechar su composición (saltamontes, grillos o gusanos) y hacen pensar más bien en makis o croquetas. Los entusiastas de los bichos han desarrollado todo un menú de catering. Y no son los únicos. En Holanda y Dinamarca ya hay restaurantes especializados en este tipo de comida.

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Ninguno de nosotros debería afirmar: “jamás lo comeré”. Es muy probable que en el futuro la carne sea un producto de lujo que pocos podrán permitirse. Además, su producción no es nada ecológica y representa una gran amenaza para la Tierra: la ganadería produce más metano que las emisiones de los automóviles y requiere enormes cantidades de agua.

“¡Imprímame un filete, por favor!”

Pero para los que no ardemos en deseos de comer insectos aún quedan esperanzas. Varias tecnologías innovadoras prometen un porvenir menos exótico para los carnívoros. Eso sí, por el momento a precios aún más altos que los pronósticos más alarmistas para la carne natural.

En agosto pasado presentaron la primera hamburguesa a partir de las células madre de vaca cultivadas in vitro. Costó más de 250.000 euros. Sin embargo, la tecnología, desarrollada por científicos de la Universidad de Maastricht en Holanda, es prometedora y podría comercializarse en 10 o 20 años. Además de contribuir a la lucha contra el hambre en el mundo, permitiría evitar el sacrificio de los animales ya que unas cuantas células bastarían para producir de 10 a 50 toneladas de carne.

Mientras, el cofundador de PayPal Peter Thiel decidió invertir en impresoras de la empresa Modern Meadow  capaces de crear estructuras tridimensionales con proteínas. Se estima que con el tiempo podrían imprimir filetes o solomillos. Otra impresora similar, Cornucopia, ya permite fabricar alimentos en base de capas a partir del azúcar, en frío o en caliente.

Otra empresa, la estadounidense Hampton Creek Foods, desarrolla huevos vegetales que tienen la ventaja de no presentar ningún riesgo de salmonela. Aseguran que hasta el momento nadie ha podido distinguir entre una magdalena hecha con su producto y otra fabricada con huevos de gallina.

Basta con beber

Pero todas esas tecnologías podrían resultar innecesarias si gana terreno la bebida Soylent pensada para sustituir todas las comidas, la mejor solución para las personas a las que no les gusta cocinar. Su nombre proviene de una película homónima de 1973 que predecía que en 2022 la humanidad se alimentaría con un cóctel nutritivo hecho de seres humanos. Pues ya es real y antes de la fecha. Pero a diferencia del filme el batido espeso se fabrica a partir de fibras, proteínas y vitaminas.

Cambiarán no solo los alimentos, sino también sus envases. Probablemente, serán comestibles como los del experimento Wikicells de la Universidad de Harvard. Hacia finales de este año ya se lanzarán al mercado un helado y un yogurt empaquetados en membranas comestibles que no requerirán reciclaje. ¿Qué se sentirá al ingerir el envoltorio después de comerse una chocolatina o la botella, al tomarse el líquido que estaba en ella?

Todos esos proyectos por el momento son bastante costosos y no tienen capacidades suficientes como para fabricar alimentos a gran escala. Sin embargo, sirven de indicio para comprender en qué dirección se está desarrollando este sector. Y todo hace pensar que nos espera una verdadera revolución.

 

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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