La Justicia letona condenó este jueves a cadena perpetua con confiscación de bienes a la exenfermera Daiga Terauda, quien había mutilado y matado a sus propios hijos.
El veredicto también obliga a Terauda a pagar una indemnización de casi 70.000 euros a su hija, que por poco pierde la vista por culpa suya.
La exenfermera, de 42 años, escuchó en silencio la sentencia del Tribunal Distrital de Vidzeme que la declaró culpable de homicidio agravado, violencia contra menores, trato cruel y lesiones intencionadas graves. Anteriormente, se había declarado dispuesta a aceptar cualquier castigo.
Terauda fue arrestada en noviembre de 2011, ante la sospecha de que durante varios años había estado administrando metódicamente a su hija adolescente somníferos y gotas oculares que acabaron por deteriorar su vista. La investigación pudo comprobar que la exenfermera actuaba por interés: quería convertir a su hija en una minusválida para acceder a subsidios sociales y fondos de organizaciones benéficas.
De los cuatro hijos que tuvo Terauda, tres murieron. Un bebé nació sin vida pero los otros dos fallecieron en 1997 y en 2008 en circunstancias no aclaradas. Tras realizar la exhumación, los forenses concluyeron que no fueron muertes naturales. Durante el proceso, Terauda fue declarada culpable de homicidios aunque no se especificó cómo los había perpetrado.
La mujer había trabajado tres años como enfermera en un hospital de la ciudad de Valmiera, en una UCI para recién nacidos, y nunca hubo queja alguna. Un peritaje psiquiátrico la reconoció imputable.
