No hace falta ser ecologista, basta con hacer lo correcto

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Al celebrar el Día del Ecologista me horroriza pensar que la ecología podría empezar a marcar tendencia en nuestro país, porque la moda viene y se va, pero los problemas quedan.

Al celebrar el Día del Ecologista me horroriza pensar que la ecología podría empezar a marcar tendencia en nuestro país, porque la moda viene y se va, pero los problemas quedan.

¿Se encargará alguien de darles solución?

Los problemas relacionados con el medio ambiente no son pocos, pero se solemos acordarnos de ellos sólo en ceremonias solemnes, donde se promete también solemnemente tomar algunas medidas. Es como si hubiera dos mundos paralelos, el de los ecologistas y sus escasos políticos simpatizantes y el del resto de la gente.

A este resto de la gente no le importa tratar con desdén a la naturaleza, talar los bosques o prenderles fuego, verter sustancias tóxicas a ríos y lagos y cazar animales por puro placer. El que entre en cualquier zona forestal pronto se dará cuenta de quién tiene la culpa de su lenta agonía. Montones de desperdicios y sitios destinados a barbacoas componen su imagen actual.

Lo único que de momento nos salva de la completa destrucción de la naturaleza es el enorme territorio que abarca Rusia, que ni siquiera ha podido ser detalladamente estudiado.

En 2012, el grupo mediático RIA Novosti lanzó el proyecto llamado Mapa Ecológico. Esperábamos que se quejaran de la desastrosa situación ecológica los habitantes de las grandes ciudades, pero estamos recibiendo cartas incluso de poblados remotos. Porque la gente no sabe cómo actuar en caso de un desastre ecológico ni dónde buscar ayuda.

En las zonas del interior del país todavía se lucha por conservar la naturaleza, retener la memoria de la infancia, salvar una alameda o incluso algún arbusto especialmente querido. Y estos defensores de la naturaleza, activos, desinteresados y sinceros, son más numerosos de lo que parece. Pero su esfuerzo no da resultados aparentes.

Los que sí cortan el bacalao son distintas estructuras pseudo-ecologistas que van repartiendo certificados por “respeto al medio ambiente” a quien les haya abonado la cantidad necesaria. Al mismo tiempo, son los más fervientes defensores de las empresas que van destruyendo la naturaleza.

La ecología se va convirtiendo en un tema muy beneficioso desde el punto de vista de las relaciones públicas. Y es triste, porque la moda cambiará, pero el río contaminado lo seguirá siendo. ¿Acaso se encargará alguien de limpiarlo? ¿O se achacará a los inevitables efectos secundarios del avance económico del país? Lo que ocurre es que a este ritmo pronto no tendremos país. Todo habrá sido talado, contaminado, quemado y exterminado, para ser cubierto más tarde con una gruesa capa de basura.

No hay que hacerse ilusiones, creyendo que la naturaleza es eterna, ni siquiera nuestros hijos llegarán a disfrutarla si no paramos. No necesitamos que la ecología se ponga de moda, simplemente que nos dejen hacer lo necesario. Y no sólo en el Día del Ecologista.

Andrei Reznichenko es jefe de redacción de Noticias de la Ciencia y la Ecología de RIA Novosti

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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