Moscú y Ankara se pronuncian por una solución pacífica del conflicto en Siria de acuerdo con el comunicado de Ginebra, se comunica en una declaración conjunta del Grupo Conjunto de Planificación Estratégica entre Rusia y Turquía.
El ministro de Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, y su homólogo turco, Ahmet Davutoglu, expresaron su profunda preocupación por la muerte de personas, las destrucciones masivas y el sufrimiento humano en Siria así como por las consecuencias del conflicto para los países vecinos y la región entera.
“Confirmaron su apoyo a la solución pacífica del conflicto tomando en consideración las aspiraciones legítimas del pueblo sirio. Acordaron igualmente continuar la colaboración conformemente al último comunicado del Grupo de Acción para Siria del 30 de junio de 2012”, se declara en el documento hecho pública después de la tercera reunión del Grupo Conjunto que se celebró en Estambul este miércoles.
Lavrov y Davutoglu subrayaron también la necesidad de conseguir una solución justa y duradera del conflicto árabe-israelí de acuerdo con las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU y los principios de Madrid incluidos los de “tierra a cambio de paz”, “hoja de ruta”, “iniciativa árabe para la paz”.
“El objetivo final de la solución del conflicto debe ser la creación de un estado palestino independiente, vital e íntegro territorialmente en las fronteras de 1967 que conviva en paz y seguridad con Israel y otros países vecinos. Los cancilleres coincidieron igualmente en que la concesión de la condición ‘Estado-observador no miembro’ a Palestina, que no forma parte de la ONU, representa un paso importante hacia una solución del problema palestino entre los dos países en base a negociaciones y el reconocimiento internacional de Palestina como Estado, así como confirmaron su respaldo de los esfuerzos palestinos en esta dirección”, se afirma en la declaración.
Siria es desde marzo de 2011 escenario de un violento conflicto armado entre el Gobierno, apoyado por Irán, Rusia y China, y la oposición, apoyada y financiada por países occidentales y monarquías del Golfo Pérsico, que ya se cobró unas 70.000 vidas, según la ONU.
