La exprimera ministra ucraniana Yulia Timoshenko, sentenciada a siete años de cárcel, anunció el pasado martes una acción de protesta e informó de ello al presidente de Ucrania, Víсtor Yanukóvich.
“Me niego a aceptar a sus fiscales y sus jueces de instrucción. No son por quienes pretenden pasar, no son figuras de verdad, sino un grupo delictivo, corrupto, amoral y políticamente dependiente, formado por usted”, escribió en una carta abierta dirigida al líder del país.
“Nunca más acudiré de buena voluntad a su juzgado, porque lleva tiempo sin ser un juzgado de verdad, sino que es la Inquisición, falta de justicia y honor, a las que están condenados 46 millones de ciudadanos de Ucrania… No entraré más en mi habitación en el hospital hasta que usted retire las cámaras con las que me está vigilando las 24 horas del días, esté en la cama, en la ducha o en el baño; controlándome cuando me estoy cambiando de ropa, comiendo, durmiendo, hablando con los médicos o con los abogados”.
La víspera, Yulia Timoshenko abandonó su habitación en el hospital clínico número 5 de Járkov, instalándose en una para visitas. El curso del tratamiento al que estaba siendo sometida se interrumpió porque, según declaró, se negaba a continuar.
Fue muy precisa al formular sus exigencias: nada de hombres entre los guardias, la retirada de las cámaras y de los guardias de la habitación del hospital”, confirmó el abogado de Yulia Timoshenko, Serguei Vlasenko.
Anteriormente, Timoshenko ha declarado que en el hospital se estaban añadiendo sustancias venenosas a los cosméticos que usaba.
¿Para qué quiere el escándalo?
Desde el principio Yulia Timoshenko ha convertido su presencia en la cárcel en un continuado enfrentamiento político, siendo sin lugar a dudas la primera beneficiada por éste. Su permanencia en la cárcel sigue siendo una de las palancas de presión sobre el presidente Yanukóvich por parte de la Unión Europea. Y el factor es aprovechado también por Moscú, que no esconde algunas simpatías hacia Timoshenko.
Timoshenko ha conseguido transformar sus días de privación de libertad en una fuente de interminables estorbos para las autoridades del país, generando intriga de tal forma que el actual presidente pierda en cualquier caso, permanezca ella en el centro penitenciario, en el hospital o sea puesta en libertad. Y para la propia Timoshenko la incomodidad causada al presidente no es sino recompensa moral.
Dos años antes del desenlace
Desde el punto de vista de la política real, Timoshenko no gana nada con la situación y cada día en la cárcel está deteriorando su imagen de líder activa de la oposición. De acuerdo con las estimaciones de los sociólogos, la mujer que en su momento se percibía como la única candidata por la oposición ha descendido con un 10% de votos al tercer lugar, mientras que Arseni Yatseniuk y Vitali Klichkó han reunido 16% cada uno.
Nadie aseguraría que el boxeador Klichkó pertenezca a la oposición. Pero Arseni Yatseniuk que formalmente dirige el partido y la herencia política de Timoshenko, se ha visto en una situación bastante ambigua. Por una parte, las circunstancias lo fuerzan a convertirse en un líder de pleno derecho, dado que quedan dos años hasta las elecciones y el presidente Yanukóvich lidera en los sondeos con un 25% de los votos.
Sin embargo, es evidente que el actual presidente podría toparse con un fuerte rival y en teoría el potencial de la oposición podría ascender al 40% de los votos. De modo que es hora de elegir a los líderes.
Leal por voluntad ajena
Para convertirse en líder de la oposición ucraniana Yatseniuk, al igual que cualquier otro pretendiente, habría de conseguir, además del visto bueno de Timoshenko y su retirada de la vida política. Mientras ella siga estando sobre el escenario (incluso perdiendo puntos) y mientras la oposición en su ausencia ponga su figura por bandera, nadie podrá ocupar su sitio.
Y Yulia Timoshenko no está dispuesta a retirarse. Tampoco está dispuesta a perder, ni ante Yanukóvich, ni ante sus compañeros en la oposición. Por esta razón decide recordar que existe y manda la carta abierta que no sólo va dirigida al presidente, sino también a quienes están pendientes de su retirada. Les envía el mensaje de que todavía es fuerte y de que Occidente está de su lado. Así que si alguien espera que se vaya, habrá de tener infinita paciencia. Y hacer la elección de unir las fuerzas esperando su liberación o preparase para un fracaso de turno.
Para Yulia Timoshenko los resultados de los sondeos de opinión pública no son señal de un desastre personal, sino un motivo para actuar. Contra todos, lo que siempre ha constituido su estilo político.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
