La “ley Dima Yákovlev”, que prohíbe a familias estadounidenses adoptar niños rusos, no es justa pero puede beneficiar a los huérfanos de Rusia si se dan las condiciones idóneas, opina Elena Alshanskaya, presidenta de la Fundación benéfica “Voluntarios para Niños Huérfanos”.
“La situación es absurda por sí sola. Cuando el derecho de los niños a una familia digna se contrapone a la defensa de los derechos de otros ciudadanos de Rusia, la cuestión no se enmarca en ninguna norma ética”, dijo Alshanskaya a RIA Novosti.
Al mismo tiempo, expresó la confianza que en el caso de ser aprobada por órganos competentes, la medida acabará beneficiando a los niños huérfanos y abandonados.
“Si es aprobada, puede que nuestro país abra los ojos sobre las condiciones en las que viven los niños en casas de acogida y eso dará pie a una reforma del sistema”, explicó.
Se mostró convencida de la capacidad de Rusia de hacerse cargo de sus menores y renunciar por completo a las adopciones internacionales en un futuro.
“Tenemos los recursos necesarios, lo que nos falta es la voluntad política para cambiar las cosas, porque tal y como están ahora, los niños simplemente no tienen infancia”, lamentó.
Alshanskaya subrayó que la decisión de convertir a los niños en una moneda de cambio en asuntos de política internacional es inaceptable, pero aún así la situación, si es gestionada correctamente, puede beneficiar a los menores ya que el Estado prestará más atención al apoyo de la familia y la niñez.
“Pero si la ley es aprobada y las cosas no cambian para mejor, sería lo peor que podría pasar”, sentenció.
EEUU es el primer país por el número de niños adoptados en Rusia. En 2011, el país norteamericano dio cobijo a 970 menores rusos. Según datos preliminares, este año la cifra será casi similar.
Los sonados casos de malos tratos y asesinatos de niños rusos adoptados en este país, obligaron a Moscú a desautorizar temporalmente la entrega de menores a familias adoptivas estadounidenses.
Tras un breve periodo de normalidad, que llegó con la ratificación hace unos meses en Rusia de un convenio que reguló los derechos de los niños adoptados en EEUU, las relaciones entre ambos países en materia de las adopciones están otra vez en la cuerda floja.
La situación a empeorar a raíz de la aprobación por el Congreso de Estados Unidos de la “ley Magnitski” y la respuesta de la Cámara baja del Parlamento ruso, la “ley de Dima Yákovlev”, que prohíbe las adopciones de niños rusos por padres estadounidenses, pero para entrar en vigor todavía debe ser aprobada por el Senado y promulgada por el presidente de Rusia, Vladímir Putin.
Muchos senadores rusos ya expresaron su apoyo a la ley de cara a la futura votación, por lo que la mayor incógnita es si Putin respaldará la iniciativa de los legisladores.
El Consejo de Derechos Humanos adjunto al Kremlin hizo público hoy un comunicado en el que sostiene que la “ley Dima Yákovlev” contradice la Constitución rusa y los convenios internacionales en los que participa el país, aparte de presentar “defectos de técnica legislativa”.
La ley fue elaborada en homenaje al niño ruso de dos años que murió en EEUU después de que su padre adoptivo lo abandonara por más de nueve horas encerrado en un coche bajo un sol abrasador.
Según las leyes estadounidenses, el hombre pudo ser condenado a 10 años de cárcel por homicidio involuntario, pero fue absuelto de todos los cargos por un tribunal de EEUU.
