Cuatro Rusias distintas hicieron preguntas a Vladimir Putin

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La rueda de prensa ofrecida ayer por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, tenía un sentido especial, porque en 2012 el mandatario ruso renunció al formato tradicional de sesión de preguntas y respuestas con la población del país.

La rueda de prensa ofrecida ayer por el presidente de Rusia, Vladimir Putin, tenía un sentido especial, porque en 2012 el mandatario ruso renunció al formato tradicional de sesión de preguntas y respuestas con la población del país.

Se puede decir que los periodistas representaban involuntariamente a todos los rusos en este encuentro.

Creo que no me equivocaré al suponer que la mayoría de mis colegas esperaban de esta rueda de prensa -que de hecho puso fin al año político en Rusia- la respuesta a una pregunta: si el presidente apoya el proyecto de ley que prohíbe a los estadounidenses adoptar los niños rusos.

Estaba claro que no se podría evitar esta pregunta, pero quién podría imaginar que ésta se haría en reiteradas ocasiones. Pero eso no es lo más importante.

La sorpresa principal en la rueda de prensa ofrecida por el presidente ruso fue posiblemente la conducta de la comunidad periodística. A diferencia de los años anteriores, sus representantes parecían más unidos y exigían respuesta a sus preguntas con más insistencia.
 
Los periodistas que representaban varios medios de información, desde las ediciones glamurosas hasta los opositores, intentaban conseguir con perseverancia que el presidente respondiera qué opinaba sobre la controvertida ley y si iba a promulgarla dentro de una semana.

 Parecía que una vez hecha al inicio de la rueda de prensa, esta pregunta debería quedar en el pasado. Pero la segunda pregunta hecha por un periodista que tenía experiencia en materia de adopción de niños huérfanos volvió a centrar la atención del jefe de Estado ruso respecto a este proyecto de ley.

En aquel momento, se podría pensar que la discusión del tema alcanzó su apogeo, pero no fue así. El problema volvió a plantearse una y otra vez.

En las ruedas de prensa celebradas anteriormente se abordaron también temas tradicionalmente acuciantes, como el de Mijaíl Jodorkovski, ex propietario de la petrolera Yukos, sentenciado a largas penas de prisión por fraude, evasión fiscal y blanqueo, o del abogado Serguéi Magnitski que murió en noviembre de 2009 en una prisión preventiva, pero aquellas preguntas no fueron hechas tan insistentemente como el 20 de diciembre.

Es posible que los sufrimientos de hombres maduros se hayan relegado a un segundo plano ante el destino de los niños huérfanos, a muchos de los cuales se planea privar de la última oportunidad de curarse y salvarse.Mientras, sería exagerado hablar sobre una unión total de los periodistas.

La segunda sorpresa que ofreció la rueda de prensa fue el asunción de que la idea tradicional sobre la existencia de dos Rusia distintas -dentro de las fronteras de Moscú y fuera de éstas- ya ha quedado obsoleta. A juzgar por las preguntas y discursos pronunciados por los periodistas, surgió la sensación que hay cuatro Rusias o al menos dos que están divididas por un criterio lejos de ser territorial.

Por ejemplo, una gran parte de los periodistas que representaban a los medios de información federales se interesaban más por los asuntos de la vida cotidiana bajo la influencia de ánimos festivos en la antesala del Año Nuevo y Navidad. Preguntaron medio en broma al presidente de Rusia su opinión sobre el ‘fin de mundo’ que podría llegar al día siguiente, según el calendario maya; si planeaba continuar trabajando “como esclavo en una galera”, según afirmó el propio Putin hace varios años; sobre sus hijas, etc. En este caso, se podía observar una competición divertida de bromas.

Los periodistas regionales dieron una sorpresa agradable, preguntando sobre los problemas concretos de candente actualidad que existen en sus ‘Rusias pequeñas’. Centraron la atención por ejemplo en los discursos pronunciados por una periodista del canal de televisión que transmite programas para sordos o en una representante del ferrocarril Baikal-Amur (BAM) que habló sobre el cierre de dos rutas, debido a lo cual 4.500 personas quedaron incomunicadas del resto del mundo.

Las preguntas concretas sustituyeron a las filosóficas y esto puso en evidencia que la gente se interesa en menor medida por los problemas globales, como si hay vida en Marte, y quieren entender cómo van a resolverse los problemas que les preocupan personalmente.

Otros periodistas regionales intervinieron de modo tradicional, agradeciendo al presidente ruso su vida feliz e invitándole a visitar las respectivas provincias. Después de que la rueda de prensa continuase más de cuatro horas y todos se cansaron, los periodistas comenzaron a transmitir saludos de sus familiares a Putin. Pero esta vez los saludos no fueron acompañados con regalos.

Así es nuestro país, cuyas peculiaridades se manifestaron durante el encuentro con el presidente. En cada cuadrado no representan tanto interés sus ángulos como lo que está en el interior. Pero nosotros estamos en los ángulos y esto se manifiesta en el diálogo con las autoridades. Unos arden, otros halagan, terceros agradecen y los cuartos transmiten saludos.

¿Cómo es posible hacer coincidir todo esto? Intentamos hacerlo desde hace ya varios siglos, pero no hemos alcanzado éxito todavía.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI


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