La mayoría de los rusos, un 58%, están dispuestos a pagar más por productos ecológicos. ¿Significa ello que comer bien y sano sea un privilegio de las clases media y alta? La nutricionista rusa Liudmila Denísenko considera que todas las personas, independientemente de sus ingresos económicos, tienen tal derecho.
“No creo que los alimentos ecológicos deban ser accesibles solo para personas con un nivel de ingresos medio o alto. Hoy en día, los productos ecológicos u orgánicos, como también los llaman, están ampliamente solicitados en el mercado internacional. Si antes pensábamos en comer algo rico, ahora somos más escrupulosos a la hora de escoger lo que llevamos a la boca”, dijo a RIA Novosti la experta.
Es verdad que lo orgánico es diferente, prosiguió. Está relacionado con “un proceso de producción especial, una calidad especial, unos beneficios especiales y un precio especial”.
Pero su coste no tiene por qué ser siempre elevado. “Los productos que fueron cultivados sin el uso de herbicidas, insecticidas y abonos químicos deberían venderse a un precio inferior al de los frutos de la agricultura “química”.
Denísenko precisó que en Rusia lo ecológico es caro porque los productos orgánicos escasean y hay que importarlos.
“Si los europeos pagan por los alimentos orgánicos entre 20 y 40% más, en Rusia ese recargo llega al 600% en ocasiones. Y los escasos fabricantes etiquetan su producción como “elitaria”, explicó.
Lo ecológico, a su juicio, no es necesariamente un indicador de la calidad. Cualquier producto alimenticio puede estar libre de elementos nocivos sin que ello lo convierta en “ecológico”.
Denisenko elogió algunas ventajas de los orgánicos, el sabor y el alto valor nutritivo, pero también alertó de posibles abusos. “Los pilares básicos de la buena alimentación son el equilibrio, la diversidad y la moderación”.
