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El triunfo de Obama acentúa la división de la sociedad de Estados Unidos

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La reelección del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que en los pasados comicios superó a su rival republicano, Mitt Romney por la mínima diferencia, confirmó una división irreconciliable de la sociedad estadounidense, comentó hoy la prensa moscovita.

La reelección del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, que en los pasados comicios superó a su rival republicano, Mitt Romney por la mínima diferencia, confirmó una división irreconciliable de la sociedad estadounidense, comentó hoy la prensa moscovita.

Según el diario Kommersant, los comicios catalizaron una transición de mentalidades en el país más poderoso del planeta porque la ejemplar e envidiable consolidación de la sociedad estadounidense comienza a fragmentarse de forma irremediable.

La antigua unidad en torno a los ideales patrióticos y los valores tradicionales queda atrás ante la creciente incomprensión de dos “Américas” en la que cada por su cuenta, avanza hacia la ruptura total.

Una de esas Américas, que tras los comicios resultó la derrotada, constituye la población blanca estadounidense,  mientras que por lo visto, el futuro del país pasó a manos de las comunidades de inmigrantes, que a pesar de ser minorías, al votar contra esquemas anteriores, pudieron imponer su candidato.

Para el rotativo, la segunda victoria de Obama obliga a poner atención en los cambios ocurridos. Si en la campaña presidencial en 2008 los estadounidenses apostaron con entusiasmo por un político completamente nuevo en la Casa Blanca, ahora la alegría entre los vencedores fue muy prudente.

Además,  Romney no sufrió una derrota contundente, y a pesar de su falta de carisma, reconocida incluso por los propios republicanos, casi logra empatar  con Obama y en algunos momentos de la campaña electoral, pareció que podría obtener la victoria, resaltó Kommesant.

Dejando aparte las evidentes ventajas de Obama, su victoria en estos comicios fue relativa  al obtener el respaldo del 50,3 % de los norteamericanos, mientras que  su rival, el 48,2 %, es decir, una diferencia del  2,1 %, una insignificancia en comparación a 2008, cuando Obama ganó a McCain con una diferencia del 7,2 %.

Y no obstante la escasa diferencia, la sociedad estadounidense vive un proceso de ruptura porque parte de esa sociedad ahora exige que el contenido de las promeas electorales tenga en cuenta las espectativas del ciudadano común, y en menor medida, las consideraciones de EEUU como la gran potencia.

Hace cuatro años, el afroamericano Obama se presentó como el símbolo del sueño americano y el “presidente de todos los norteamericanos” en capacidad de imponerse por encima de los intereses de los partidos, en estas elecciones el presidente Obama no pudo imponer la misma imagen.

A juicio del rotativo, la segunda victoria ocurre en un país que se fragmenta por circunstancias cada vez más nuevas: por identidad nacional, creencias religiosas, factores culturales, de generación, y hasta de forma de vida, evidentemente muy heterogénea si se mira en el conjunto de todos los electores estadounidenses.

Resulta que la famosa forma de vida estadounidense (american way of life) de los estadounidense blancos anglosajones,  ya es más bien un marca registrada de aplicación en el exterior, que tiene muy poco que ver con los que pasa actualmente en la vida cotidiana de millones de estadounidenses comunes y corrientes. 

Ahora, en la actual sociedad estadounidense el intraducible “Heartland” acuñado en los valores tradicionales y el patriotismo exaltado es un concepto de formas muy ambiguas que ya no tiene el efecto de antes en los electores de EEUU, indicó el rotativo moscovita.

En reemplazo de esas categorías, emergen los valores de las minorías, y desde ese punto de vista, la reelección de Obama también marca el inicio de una nueva tendencia, cuando las minorías o los “menos estadounidenses” tienen más oportunidades de imponer presidentes también, “menos estadounidenses” en la Casa Blanca.

El angustioso intento de Romney para demostrar que en los últimos cuatro años el país estuvo al mando “del menos norteamericano de los presidentes”, incapaz de demostrar su procedencia estadounidense, jugó a favor de Obama.

Aquello que para Romney fue  una paradoja de la historia, para el electorado de Obama fue la imposición de una nueva norma, y en conclusión,  los “norteamericanos menos norteamericanos” eligieron presidente al “menos estadounidense” de los candidatos, y el voto de los norteamericanos genuinos no alcanzó para expulsarlo de la Casa Blanca.

Así, Obama obtuvo el voto latino en una relación 71:27 frente a Romney, y para asombro de muchos, también arrasó con el voto del estadounidense asiático 73:26 y el voto afroamericano predecible con el 90 % a favor de Obama.

La simpatía electoral de la influyente diáspora judía también se enmarcó en la tendencia general al conceder a Obama el 70 % del voto de los hebreos estadounidenses, a pesar de las opacas relaciones con Israel por Irán y el conflicto palestino, indicó Kommersant.

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