Un cambio político en Georgia puede modificar la relación con Moscú

© RIA Novosti . Aleksandr Imedashvili / Acceder al contenido multimediaMijaíl Saakashvili
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El presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, volvió a lanzar críticas contra Rusia el pasado martes 25 de septiembre en su discurso desde la tribuna de la ONU en el marco de la 67ª sesión de la Asamblea General.

El presidente georgiano, Mijaíl Saakashvili, volvió a lanzar críticas contra Rusia el pasado martes 25 de septiembre en su discurso desde la tribuna de la ONU en el marco de la 67ª sesión de la Asamblea General.

No era la primera vez que Saakashvili calificaba al vecino eslavo como el peor enemigo de la soberanía georgiana. Sin embargo, esta vez lo hizo en el contexto de su campaña electoral.

La campaña electoral parlamentaria en Georgia entra en su etapa final: la votación se celebrará el 1 de octubre. Pero este año las legislativas serán muy especiales por varias razones.

Examen para Saakashvili

La primera razón es que los comicios parlamentarios de 2012 abre un nuevo ciclo electoral. En 2013 los ciudadanos de Georgia elegirán al presidente, por lo tanto la votación del 1 de octubre es una especie del ensayo general para las presidenciales, el evento más importante de los próximos cinco años.

La segunda es que al finalizarse el ciclo electoral 2012-2013 entrarán en vigor unas modificaciones constitucionales: las competencias del presidente serán parcialmente transferidas al parlamento y al presidente del gobierno.

Formalidades aparte, se trata del papel real del jefe de Estado actual, Mijaíl Saakashvili, y su círculo más cercano. Es absolutamente imposible un tercer mandato presidencial. Pero la Ley Fundamental no prohíbe que encabece el gabinete de ministros o el Parlamento. Podría incluso ser más sutil y encabezar el partido gobernante y concentrar en sus manos el poder de promocionar nombramientos de sus miembros para los altos cargos del gobierno.

Para ello primero habría que ganar las elecciones parlamentarias, pues no hay nada que hacer sin tener la mayoría.

La tercera es que por primera vez en muchos años Saakashvili tiene un rival real, Bidzina Ivanishvili, un multimillonario que cuenta con sus propios recursos financieros para poder luchar por la presidencia.

Es por eso que la actual campaña electoral se desarrolla en un ambiente caldeado que llega a su apogeo en vísperas de la votación. Basta recordar el reciente escándalo de las torturas en prisión de los detenidos en Georgia, que puso de manifiesto que todos los participantes en el proceso político del país están dispuestos a luchar duro.

Factores externos

Pero la complejidad de la situación actual no se debe sólo a la dinámica interna. Además de los procesos dentro del país, para la política georgiana son muy relevantes los factores externos, en particular las posturas de Rusia y Occidente.

Cabe mencionar aquí que muchas veces no se trata de las posturas reales de Moscú o Washington, sino de los estereotipos y tópicos propagados tanto por las autoridades como por la oposición.

Es por eso que en su discurso desde la tribuna de la ONU el 25 de septiembre Mijaíl Saakashvili volvió a llamar la atención de la comunidad internacional sobre el factor de Rusia, que -según el presidente georgiano- había “inyectado” a la campaña electoral en el país caucásico miles de millones de dólares con el fin de anular la independencia de Georgia.

El politólogo georgiano Gueorgui Jutsishvili señala que uno de los elementos fundamentales de la estrategia electoral del Movimiento Nacional Unido, que lidera Saakashvili, es potenciar la idea de que representa el único pilar seguro de la soberanía. Mientras que todos los opositores, en primer lugar Ivanishvili, son presentados como fuerzas pro rusas.

De esta manera Tbilisi, al igual que en años anteriores, intenta solucionar dos problemas a la vez. Con su táctica, por un lado, pretende demostrar que vela por la independencia y la soberanía de Georgia. Por el otro, hace un guiño al Occidente, que teme la hegemonía rusa y por eso está dispuesto a cerrar los ojos ante cierto desacuerdo entre el régimen georgiano actual y los altos ideales de la democracia.

El silencio sincronizado de los organismos oficiales europeos y estadounidenses con respecto a la divulgación del video de la torturas en cárceles georgianas demuestra, a su vez, que esta táctica les conviene. Pero solo es eficaz de cara al exterior.

Mientras tanto, dentro del país los intentos de identificar la oposición con las fuerzas pro rusas ya no resultan tan fructíferos. Cada vez van surgiendo problemas que antes no parecían relevantes. Por ejemplo, la tensión en la frontera con la república norcaucásica de Daguestán o la amenaza islamista, difícil de combatir sin contar con el apoyo del gran vecino del norte.

La elección de Moscú

El multimillonario georgiano Ivanishvili ha hecho su fortuna en Rusia.  Pero también el presidente actual de Georgia en su época sirvió en el Cuerpo de Vigilancia de Fronteras del Comité para la Seguridad del Estado de la URSS.

Mucho más que los logros pasados importa la actividad política de ahora. Ivanishvili insiste en que hace falta mejorar las relaciones ruso-georgianas, pero no dice nada de que en el caso de su victoria electoral vaya a abandonar la idea de incorporarse en la OTAN o el anhelo de mantener la integridad territorial de Georgia. Todo lo contrario, lo apoya y busca aliados en Washington y Bruselas.

Otra cuestión es intentar reconducir el conflicto entre Moscú y Tbilisi hacia un cauce menos dramático y más práctico. En teoría Ivanishvili podría hacerlo. Pero ¿qué haría el Kremlin? Los representantes oficiales de Rusia no están dispuestos a dialogar con Saakashvili pero ¿Cómo reaccionarían si el líder georgiano actual abandona cualquier cargo público?

De momento hay más preguntas que respuestas. Desde el año 2008 cuando las relaciones bilaterales fueron suspendidas, Moscú no ha logrado elaborar una línea política con respecto a Georgia. La postura rusa en cuanto a las repúblicas auto proclamadas Abjasia y Osetia del Sur, reconocidas por Rusia y declaradas “territorios ocupados” por Georgia, no cuenta porque es un tema aparte.

De ahí que por ahora no esté claro qué hará el Kremlin después del 1 de octubre de 2012. Y eso crea una intriga más en torno al nuevo ciclo electoral en Georgia.

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

 

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