La cumbre de APEC en Vladivostok brinda nuevas oportunidades en Asia

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La política de Rusia está orientada tradicionalmente hacia Occidente, fundamentalmente a Europa y EEUU. La presencia del gigante eurasiático en Asia es más bien nominal. Rusia no se considera como un actor importante en Asia porque hasta hace poco no ha mostrado un serio interés hacia esto.

Los amantes de las metáforas pueden estar satisfechos con los resultados de la cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que el pasado 9 de septiembre concluyó sus labores en la isla Russki en Vladivostok, principal puerto del Pacífico ruso.

El nuevo campus de la Universidad Federal de Extremo Oriente, que acogió la cumbre de APEC, incluidas las reuniones de los líderes de sus países miembros, simboliza el estado de Rusia en Asia. Las numerosas instalaciones confortables de la universidad, que fueron construidas en la isla Russki, unida a Vladivostok por un nuevo puente, parecen algo de nivel superior.

Las dimensiones de este campus, que debe convertirse en la universidad más grande de Rusia, capaz de competir con muchas universidades asiáticas imponentes, suscitan muchas preguntas. ¿Quién va a estudiar en esta universidad? ¿Dónde se podrá encontrar un número tan grande de estudiantes y profesores, teniendo en cuenta que el Lejano Oriente ruso afronta problemas demográficos?

Por otro lado, para atraer a los estudiantes de países vecinos (como China, las dos Coreas o Japón) es necesario ganar en competencia con sus universidades, que a su vez van desarrollándose activamente. Es decir, hay ambiciones y deseo, pero todavía no está claro cómo va a realizarse la tarea planteada.

En la región del Asia-Pacífico Rusia debe cumplir las mismas misiones, pero a otro nivel. La atención global se centra en Asia. Todos reconocen que durante las próximas décadas, los acontecimientos más importantes en el ámbito político, económico e ideológico se celebrarán en esta región.

Es necesario recordar sobre Rusia

La política de Rusia está orientada tradicionalmente hacia Occidente, fundamentalmente a Europa y EEUU. La presencia del gigante eurasiático en Asia es más bien nominal. Rusia no se considera como un actor importante en Asia porque hasta hace poco no ha mostrado un serio interés hacia esto.

Ahora es imposible aspirar a ser potencia mundial sin desarrollar una actividad en Asia. Esto se puso en el centro de atención durante la elaboración de la agenda de la cumbre de APEC en Vladivostok. La tarea principal fue recordar que Rusia es una gran potencia con peso en la región de Asia-Pacífico.

Se logró cumplir esta tarea. Durante la cumbre se oía decir constantemente que Rusia podría contribuir mucho al desarrollo de la respectiva región en el ámbito de energía, tránsito de cargas, seguridad alimentaria, recursos acuáticos, monedas de reserva e incluso podría desempeñar el papel estabilizador y intervenir en calidad de mediadora en los procesos regionales.

Rusia, con pocas excepciones, está fuera de un sistema político regional lleno de contradicciones, no amenaza a nadie y no tiene intereses explícitos que contradigan los intereses de otros actores importantes.

Rusia debería aprovechar esta oportunidad

Todo esto no es más que un potencial que debe ser aprovechado. Hoy en día, las perspectivas de Rusia se parecen a las del nuevo campus de la Universidad Federal de Extremo Oriente: hay muchas oportunidades, pero no está claro cómo se pueden aprovecharse de estas.

Muchos países de la región de Asia-Pacífico -como China, Corea del Sur o Indonesia-  van por delante de Rusia en dinamismo y ritmo de crecimiento, así como en la capacidad de reaccionar a los cambios de la coyuntura.

Además de muchos obstáculos secundarios como la burocracia, la lentitud en la toma de decisiones, la incapacidad de realizarlas o la corrupción, el problema principal que afronta Rusia está relacionado con la identidad del país, que es complicada e indeterminada.

Solo hace unos dos años que se empezó a hablar sobre un giro de Rusia hacia Asia, mientras que todo el mundo lo hizo ya a finales del siglo ХХ. Se puede explicar este retraso tanto por la inercia intelectual o el deseo de los rusos de quedarse en la situación a la que se han acostumbrado como por la dualidad política debido a la que la orientación hacia Europa o Asia tiene un carácter conceptual.

Al discutir entre Europa o Asia no las consideramos como nuestros socios equitativos, sino que tratamos de elegir la dirección del desarrollo y determinar qué imagen tendremos en el futuro. Hoy en día, los debates infinitos entre los partidarios de la orientación de Rusia hacia Occidente y hacia Oriente, que no permitían tomar decisiones, ceden el paso a una postura más pragmática.

Mientras, la propia Asia logró prosperar en muchos ámbitos, porque no daba a su desarrollo ningún sentido ideológico, sino que tan solo aprovechaba todas las oportunidades para crecer.

Hoy en día, todo cambia. En la cumbre de APEC se abordaron problemas concretos, como la necesidad de incentivar del crecimiento económico y el levantamiento de las barreras. El viceprimer ministro ruso, Ígor Shuvalov, planteó una tarea ambiciosa. Según él, dentro de cinco o diez años, los integrantes de APEC podrían convertirse en el mayor socio comercial de Moscú, adelantando a la Unión Europea en la cuota del intercambio comercial, de la que con Rusia es hoy por hoy más del 50%. Esto parece una utopía, pero es posible que el propio planteamiento de tal tarea cambie la coyuntura.

La región de Asia, que crece rápidamente y atrae a cada vez a más países que quieren cooperar con esta, no va a esperar hasta que Rusia esté dispuesta a romper los estereotipos y pase de las palabras a los hechos.

La importancia de la cumbre de APEC en Vladivostok consiste en que esta abrió la puerta hacia nuevas oportunidades. Ahora es necesario que alguien entre en esta puerta y continúe desarrollando la cooperación sin celebrar eventos solemnes.

La Universidad de Extremo Oriente, a la que se le ofrecieron grandes oportunidades, debería aprovecharlas para pasar a la vanguardia en la educación superior a nivel global resistiéndose a la tentación de empezar a vender los inmuebles de lujo. Rusia tampoco debe perder la oportunidad de cobrar peso en la región de Asia-Pacífico para evitar convertirse en un apéndice extraño y retrógrado de una Asia que crece rápidamente.

*Fiodor Lukiánov, es director de la revista Rusia en la política global.

 

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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