La religión se ha convertido últimamente en una prueba de resistencia para Rusia, opina un alto cargo de la Iglesia Ortodoxa, arcipreste Vsévolod Chaplin, quien augura la ulterior escalada de tensión debido a los intentos de dividir el país en creyentes y no creyentes.
La multiplicación de actos vandálicos contra los templos, los llamamientos a tumbar las cruces y una serie de crímenes de sangre por motivos aparentemente religiosos llevan a Chaplin a pensar que “la gente se está ensañando con la fe y con Dios”.
“Es una campaña contra Dios, una especie de guerra”, afirmó al portal Komsomolskaya Pravda el arcipreste, quien encabeza el Departamento sinodal para las relaciones entre la Iglesia y la sociedad en el Patriarcado de Moscú.
Sean arrebatos de locura o no, Chaplin ve detrás de estas acciones al “enemigo del género humano” que “esclaviza la voluntad para apuñalar primero a alguien y luego lanzar un icono sobre el cadáver mutilado”. Este “mal de endemoniados”, según él, contagia cada vez a más personas.
Al mismo tiempo, culpa de la campaña anticlerical a “mucha gente que simplemente defienden la libertad del pecado personal o social”.
Los ataques contra la Iglesia se iniciaron en diversas regiones de forma prácticamente simultánea, según Chaplin, poco después de que millones de personas acudieran a besar el sagrado Cinturón de la Virgen María, una reliquia cristiana expuesta en las catedrales a lo largo de Rusia en otoño de 2011.
“Hubo quienes se asustaron mucho. Decidieron darle una lección a la Iglesia, amaestrarla. No van a poder”, afirmó.
Todas las invectivas contribuyen a cohesionar a los creyentes, dijo. “Los feligreses ortodoxos, ante todo, varones empiezan a darse cuenta de que “su deber es defender los templos, la Iglesia, los santuarios y al Patriarca. En lo posible, pacíficamente, si a uno no le atacan”.
Chaplin censuró los intentos de actuar fuera de la ley y recomendó a sus correligionarios “echar una mano a los cuerpos de seguridad, en vez de usurpar sus funciones”. “Pero la ayuda es necesaria, para denunciar y castigar sin falta cualquier acción contra los creyentes y los santuarios venerados”. No hay confundir la religión ortodoxa con el pacifismo que es “algo contrario a la fe cristiana”, a juicio del arcipreste.
Preguntado por varios ataques radicales que se llevaron a cabo últimamente contra líderes musulmanes, en particular, en las repúblicas de Tartaristán y Daguestán, Chaplin señaló que “alguien procura imponer su autoridad con homicidios y fuerza bruta, a expensas de las confesiones tradicionales presentes en Rusia y avaladas por las mayorías”.
“En los últimos meses, la religión se ha convertido en una asignatura social que alguien usa para probar la resistencia de Rusia”, dijo.
Chaplin piensa que “el protagonismo social de la religión en todo el mundo va en aumento” y que “los intentos de crear al hombre laico siempre terminan en un fracaso, incluso en la Unión Soviética que invirtió ingentes recursos en esta tarea”. Otro tanto pasa en la Europa Occidental con sus intentos de crear al “hombre tolerante”.
En vez de suprimir las tradiciones, hay que “aprender a cohabitar todos en un mismo espacio, preservando todas las diferencias de nuestra libre elección”, según el arcipreste.
Él rechaza la transformación de la Iglesia en un Ministerio pero, en igual grado, la neutralidad absoluta del Estado en esta materia. “El Estado debe contrarrestar enérgicamente los intentos de explotar la retórica religiosa o pseudo religiosa para justificar el extremismo e implantar aquí las corrientes hostiles, ajenas a Rusia”.
Su pronóstico para el futuro no es nada optimista: “Hay mucho loco por ahí. Tampoco faltan quienes quisieran provocar una división fatal de Rusia en creyentes y no creyentes. Y me temo que estas fuerzas seguirán fomentando la tensión aunque el intento les cueste la vida”.
